Los grandes blockbusters este año han caído en una especie de pereza. Tenemos personajes demasiado conocidos en situaciones igualmente conocidas. Algunos realizadores simplemente toman las permutaciones posibles de estos datos y elaboran un producto efectivo (es decir, ruidoso) y poco más. Otros deciden que, dado que el gasto se amortiza igual, pueden ser libres. Lo bueno de “Guardianes…” es que carece de toda vergüenza. Es la fantasía adolescente de un chico de los 80: no otra cosa es el protagonista Peter Quill “Star-Lord” (interpretado por el comediante Chris Pratta) ni otra cosa es el director James Gunn. El film, a pesar de la marca “Marvel” y de conectarse con las películas de “Thor” o “Los Vengadores”, es menos una historia de superhéroes que un serial de aventuras colorido y lleno de comicidad. Para decirlo de otro modo: imagine que tiene diez años, miles de Playmobil o Lego y decide jugar solo contándose una historia parecida a “La Guerra de las Galaxias”. Lo que le da a la película su encanto es que tal juego es totalmente desvergonzado y libre; que hace de las referencias “ochentosas” (Footloose, el walkman) no un guiño tontolón sino la manera en que su protagonista, un huérfano refugiado en la infancia, se aferra a las emociones. Dicho esto, el film además –a lo Tarantino– reflexiona sobre sí mismo en diálogos cómicos, la mayoría dichos por un mapache con la voz de Bradley Cooper. Y se puede emocionar al final y todo, cuidado. ¿Consejo? Vaya con los chicos como una manera de compartir con ellos su propia infancia.