Aventuras pop intergalácticas
El traspaso del universo del cómic a la gran pantalla de Los Guardianes de la Galaxia suponía un gran interrogante. La acción no transcurre en Nueva York o grandes centros urbanos terrestres, por lo tanto la amenaza no era tan palpable como en Avengers o Spiderman.
Los actores encargados de interpretar a estos personajes tampoco tenían el renombre de un Robert Downey Jr, una Scarlett Johansson o Samuel Jackson. Pero la confianza se renovó al saber que la mente detrás de este proyecto era la James Gunn. Nacido en el cine independiente este joven director supo como convertir esas supuestas falencias en la fortaleza misma del film, logrando construir personajes perfectamente delineados y contundentes.
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Las primeras imágenes del film nos remontan a los últimos años de la década del setenta donde un pequeño Peter Quill escucha en su walkman “I m not in love” mientras aguarda, en el pasillo de un hospital, para ver a su madre moribunda. Esta será la última vez que se encuentren y esas melodías serán su fiel compañía en los solitarios tiempos por venir.
Muchos años después Peter ha crecido y es un forajido caza recompensas que no perdió la inocencia ni el amor por los clásicos ochentosos. En una de sus misiones obtendrá un objeto que lo llevará a cruzarse con sus nuevos compañeros de aventuras intergalácticas.Ellos son: Rockett Racoon (en la voz de Bradley Cooper) un mapache genéticamente modificado, histriónico y con gran capacidad de liderazgo. Gamora (Zoe Saldana) hija adoptiva del malvado Thanos y arma letal en potencia, criada desde su infancia con el objetivo de aniquilar a quien se interponga en su camino. Groot (Vin Diesel) un gigante ser de pocas palabras y apariencia arbórea y finalmente Drax el destructor un fornido ser que ha perdido a toda su familia y se encuentra carente de razones para vivir.
Todos estos seres sin raíces ni destino confluirán en una cárcel intergaláctica donde forjarán la idea de una fuga y una posterior misión que los hermane y a su vez les de una motivación para continuar sus vidas.
La inteligencia del director y del equipo de guionistas está en tomar toda la estética y referencias del imaginario ochentoso e introducirlas en el relato intergaláctico. Peter Quill – Star Lord es un perfecto hibrido entre Indiana Jones y Han Solo que no se cansa de escuchar Bowie o a los Jackson Five a la vez que roba o estafa sin miramientos a fines de lograr su objetivo.
Y este tal vez también sea un elemento distintivo de los Guardianes de la Galaxia: todos los protagonistas escapan de sus tortuosos pasados (que apenas se delimitan en el film) y buscan a través de sus habilidades físicas o tácticas calmar sus tormentos internos. No tienen el altruismo de Capitán América o los medios económicos de Tony Stark, son un grupo de perdedores que persiguen la oportunidad de redimirse de su destino por primera vez en la vida.
El tono que Gunn le imprime al relato es totalmente carente de solemnidad e incluso los pocos momentos en que un atisbo de la misma asoma es aniquilada por alguna frase de Groot o de Rockett Racoon con una autoconciencia del tono a obtener que se expresa manifiestamente.
Guardianes de la Galaxia es una excelente carta de presentación de un nuevo universo cinematográfico que se muestra como la contracara irreverente y bastarda de Avengers. Un épico camino del héroe que se recorre con cinismo y al son de hermosas canciones ochentonas, escuchadas en un infaltable walkman.