Retrato de un loco.
Guasón es la historia magistral de un enfermo mental. Me gustaría dejarlo claro desde el principio ya que no estamos ante una nueva película de superhéroes y villanos dentro del universo DC. Joaquin Phoenix construye un marginado, un paria, que se ve rechazado sistemáticamente por la sociedad. Sus carcajadas nerviosas y burlas no son más que el resultado de la esquizofrenia y la falta de una correcta medicación. “Los hombres como tú no interesan al sistema” le confiesa la psicóloga de un centro médico en un momento de la película.
Es decir, estamos ante la cronología y caída de un desequilibrado mental en un mundo ruidoso y violento que no comprende. Todo lo demás es adorno. Un adorno muy elaborado, pero solo eso. Poco importa que por la película desfilen los padres de Bruce Wayne o que todo se desarrolle en una Gotham caótico. Este Joker está más cerca del Travis de Taxi Driver que de la franquicia de Batman. Los espectadores que vengan buscando acción y efectos especiales se sentirán muy defraudados.
Todd Phillips dirige un relato brutal y visceral sobre el ocaso de un hombre y la caída de la civilización. Nada tiene que ver con el tono sencillo y ameno de sus anteriores trabajos (Véase la trilogía Qué pasó ayer?), Guasón es una película madura, seria, que se toma muy en serio desde el comienzo y en la que nada parece sobrar. Chistopher Nolan definió a Batman como un vigilante oscuro y adulto dentro de un mundo mucho más real. Todd Phillips mantiene esa línea y la desarrolla hasta sus máximas consecuencias. Propone además algunas reflexiones muy interesantes sobre la actual lucha de clases y decadencia que vive la sociedad. Es una cinta muy actual en su discurso político y funciona muy bien como espejo de la espiral de violencia y cinismo que vivimos.
Guasón es una película redonda en muchos sentidos. Todo confluye por sus dos horas de duración con una absoluta normalidad. Phillips le da además a la historia un tono ochentero e icónico que la acaba definiendo como un clásico. Hay muchas escenas, la mayoría ya presentes en el tráiler, que pueden convertirse en iconos modernos. En este sentido funciona muy bien la banda sonora a cargo de Hildur Guðnadóttir, que transmite una sensación de ahogo y locura en cada plano. El resto del reparto está muy bien, como ese locutor sin escrúpulos interpretado por un convincente Robert de Niro (Travis está muy presente en cada plano).
Todo la película se sostiene sobre un Joaquin Phoenix en estado de gracia. El actor perdió más 20 kilos y estuvo trabajando durante meses para dar vida a este personaje. El resultado es un hombre demacrado, en los huesos y lleno de dudas que deambula por la pantalla como si de un muerto viviente se tratara. Una creación que le define como uno de los mejores actores del panorama y le sitúa en un nuevo rango como actor. Raro será que no se lleve el Oscar, aunque realmente da lo mismo. Es un personaje con el que pasará a la historia.
Es el Joker más intenso y visceral creado hasta la fecha, superando con creces al de Heath Ledger. La clave es que este “villano” no es cruel o despiadado por esencia, sino como fondo de su enfermedad. Es además un hombre que quiere ser amado y comprendido pero que no entiende cómo funcionan los sentimientos. La propia sociedad le dará la espalda antes de que pierda definitivamente la cabeza.
Una esquizofrenia que podemos seguir y entender y que acaban humanizando y definiendo al personaje. La sonrisa, la mirada o esa carcajada nerviosa son el resultado de un hombre que no está medicado. Finalmente este Joker puede competir en presencia con villanos de la talla de Norman Bates, Darth Vader o Hannibal Lecter.
En definitiva la película funciona muy bien gracias a que se aleja del universo de Batman. Es una historia independiente y su éxito radica en que nos ofrece un mundo nuevo lleno de posibilidades. El León Oro ganado en Venecia la define como una rareza destinada a ser una película de culto.