Ante la enorme escasez de ideas en Hollywood aparecen y proliferan remakes, precuelas, secuelas, relecturas, re-inicio de las nuevas franquicias.
Todo eso tiene olor a refrito, a tratar de generar un nuevo negocio con lo ya hecho, lo ya escrito, lo ya visto.
Es por eso que hay múltiples motivos para celebrar una película como “JOKER” que seguramente será recordada en mucho tiempo no solamente como el gran volantazo en la carrera de Todd Phillips (que venía del mundo de la comedia alocada como “¿Qué paso ayer…?” “Road Trip” “Todo un parto - Due Date” y que ya se había destacado creando una de las mejores películas basadas en series televisivas como “Starsky & Hutch”) sino un gran viraje en el cine de superhéroes.
Lo más curioso de la película de Phillips, con un guion escrito por el propio Phillips y Soctt Silver (de “The Fighter” con Mark Wahlberg y Christian Bale y “Patrulla Juvenil”, entre otras) es que escapa rápidamente del mundo de los superhéroes y del comic, para adentrarse en lecturas mucho más subyacentes, mucho más complejas, más profundas y más interesantes.
Obviamente “JOKER” atrae en un primer momento porque para los fans del género, narrar el nacimiento de un gran villano y su implicancia con la familia Wayne claramente ya es un atractivo en sí mismo, sobre todo cuando el origen de este personaje nunca había sido tan claro ni con una presencia tan excluyente. Pero Phillips podría haberse detenido sólo en esa idea, en ese puntapié inicial y construir su película prácticamente con una única lectura.
Es por eso que ante tanto reciclado de ideas sin ninguna nueva mirada, este “JOKER” marca completamente la diferencia. Phillips apuesta a más y ya desde esta narración que abre la posibilidad de encontrarse con múltiples lecturas, construye una película inquietante y movilizadora. Ciudad Gótica puede ser una ciudad surgida de un comic, alguna ciudad de Estados Unidos, un barrio de Nueva York o podría ser cualquier otra ciudad de mundo en completa crisis, hasta podría ser nuestro conurbano bonaerense, nuestra propia Buenos Aires.
Atravesada no solamente una crisis económica, sino por una crisis de valores, Ciudad Gótica es un espacio en donde las reglas no parecen ser claras: ya desde un planteo de una huelga de recolectores de basura, el paisaje y la geografía se muestran como un gran basural donde todo tipo de roedores y alimañas tanto literalmente como simbólicamente, han logrado cooptar cada espacio de la ciudad.
Es así como se nos presenta una ciudad en completa decadencia, en una constante descomposición, un ámbito que pareciera facilitar y cobijar naturalmente ese descenso a los infiernos del personaje protagónico, abriendo de esta manera, otra de las tantas lecturas que puede tener el filme. Lo más interesante es que “JOKER” funciona en múltiples planos, independientemente de la historia a la que supuestamente remite y que el público pretende encontrar.
Obviamente está presente Wayne / Ciudad Gótica / Guasón pero en cualquier lectura, aún la más liviana y apresurada, el filme de Phillips propone mucho más. Por un lado es interesantísima la alegoría del poder, los movimientos políticos, la meritocracia y la inoperancia del poder político, la corrupción y la insensibilidad de ciertas clases sociales frente a las crisis.
Wayne es poderoso y su perfil empresarial y de figura política lo hace ver tan similar a ciertas figuras poderosas que aparecen en cualquier tapa de diario de nuestro cotidiano, que es casi imposible pensar que sólo estamos hablando de un mundo de superhéroes.
Por otra parte, Phillips se toma el tiempo de mostrar al Guasón en la piel de Arthur Fleck: un personaje que tiene un vínculo complejo con su madre, con su identidad, con su historia familiar en donde el límite de la sanidad mental aparece difuso en forma permanente y donde se borrar el registro realidad/fabulación.
Fleck-Guasón lidia con sus propios problemas psiquiátricos, al borde de la locura, un personaje sin anclaje, sin un lugar de pertenencia, objeto de múltiples burlas y descalificaciones, en donde va anidando un germen de violencia, emparentando más a “JOKER” con los trabajos de Gus Van Sant como “Elephant” o “Paranoid Park”, o la negrura del desequilibrio de “Tenemos que hablar de Kevin” más que con un cine de superhéroes.
La construcción detallada que hace el guion sobre estas aristas, hace que el personaje de Arthur Fleck tenga diversos puntos de atracción, mucho más allá de la historia más convencional de contar la génesis de un villano.
Si bien estas múltiples lecturas, en capas superpuestas que dialogan entre sí es uno de los principales atractivos de volver sobre una historia ya contada y es justamente donde una nueva lectura a través de un nuevo filme se hace valiosa, nada de esto tendría sentido si la presencia omnipresente de Joaquín Phoenix no estuviese en pantalla.
Seguramente Phoenix obtendrá un gran reconocimiento en la temporada de premios, por más que ya todos sabemos que es un gran actor que ha entregado trabajos de todo tipo con los mejores directores del cine contemporáneo.
Vale recordarlo en su emblemático personaje en “Gladiador” de Ridley Scott, imposible olvidarlo en “Her” de Spike Jonze, “The Master” de Paul Thomas Anderson, “Hombre Irracional” de Woody Allen o “No te preocupes, no irá lejos” del mencionado Van Sant.
Su trabajo es absolutamente magnético, arrollador, de esos que parecen diseñados para quedar en la historia del cine, e inclusive habiendo tenido otros grandes actores que han dado vida a este mismo personaje, Phoenix supera ampliamente los trabajos anteriores porque no sólo logra darle vida desde lo exterior, lo gestual, lo más expresivo sino encontrarle el tono exacto a un alma oprimida, oscura, enferma.
No hay demasiadas palabras para describir la precisión que Phoenix logra en escenas complejas y aun trabajando en un filo peligroso y completamente plausible para el desborde, logra contener y estallar en el momento preciso.
Varias escenas sorprenden, shockean, tienen una resolución inesperada o violentamente sorpresiva: otro de los grandes méritos de una historia que pretende escapar a todas las convenciones, dejar guiños y señales para que se vayan abriendo diversas interpretaciones y después de dos horas de un ritmo irrefrenable, sabemos que “JOKER” además de ser una de las películas más esperadas del año, se ha convertido en uno de esos tanques comerciales que logran que sigamos pensando que un entretenimiento masivo no tiene porqué renegar de la calidad, rozando absolutamente la perfección.