Un tropiezo llamado Güelcom
La comedia romántica, muchas veces injustamente considerada un género menor, dio en los últimos tiempos algunos títulos nacionales al menos interesantes. Juan Taratuto, Pablo Solarz, Hernán Goldfrid y Mariano Mucci son sólo algunos de los autores que supieron combinar masividad con calidad. Güelcom (2010) de Yago Blanco no cumple esa hipótesis, provocando un retroceso en el género.
Mariano Martínez interpreta a Leo, un poco creíble psicólogo que rompió con Ana (Eugenia Tobal), su novia, quien decidió irse a España en busca de nuevas oportunidades. Han pasado algunos años y él aún no ha podido olvidarla. Pero Ana retorna al país con pareja amiga que vuelve al país para casarse. Ambos se reencontrarán y tendrán que lidiar por más de cien minutos con el pasado, el presente y el futuro para descubrir que el amor todavía existe y que están tan enamorados como el primer día.
Los problemas en la ópera prima de Yago Blanco radican principalmente en lo narrativo y en la falta de habilidad para resolver los gags. Si bien el guión posee una historia principal y varias líneas paralelas, es cuando se profundiza sobre la subtrama cuando alcanza su pico más elevado. Peto Menahem, Maju Lozano y Eugenia Guerty hacen uso de la habilidad innata que poseen para la comedia, evitando un naufragio preanunciado tras el monólogo inicial de la impasible composición de Mariano Martínez. A pesar de que el texto es tan básico como previsible, la sola aparición en escena del terceto secundario eleva la historia de forma notoria.
El hilo conductor en Güelcom está constituido por las diez frases (hechas) que todo argentino dice cuando se va del país. Es cierto que ese tema está presente en la historia, pero está casi soslayado, siendo injustificado el protagonismo que los autores decidieron otorgarle. De la misma manera que la escena que mantiene Leo con una paciente acosadora interpretada por Agustina Córdova. Ambos agregados, y otros tantos, sin duda atentan contra el resultado final.
Güelcom falla en muchos aspectos aunque desde lo cinematográfico sale airosa. Hay una cuidada producción, algunos recursos estéticos bien resueltos, una banda de sonido y un montaje vertiginoso que le proveen el ritmo que el guión no tiene y alguna que otra escena divertida (aunque para nada creíble y fuera de contexto). Eugenia Tobal no desentona en la construcción de su personaje a pesar de que la química con Mariano Martínez es tan nula que resulta imposible creer que conforman una pareja.
Si el género de la comedia romántica en el cine argentino había manifestado un crecimiento interesante queda claro que Güelcom provoca un retroceso. Aunque un tropezón no es caída, hay que esperar que sólo sea eso, un simple tropezón que pronto se olvide.