Si la primera era mala, ésta es peor
En la primera película de esta historia, un patético Will Ferrell hacía lo que sea por lograr que los hijos de su mujer lo acepten como familia. Cuando aparecía el padre biológico, Mark Wahlberg, la guerra parecía totalmente perdida, si no fuera por la autocensura de hacer una auténtica comedia negra con niños y temas familiares. Con más audacia, la premisa podría haber derivado en algo mejor que ese film olvidable, que ni el cable nos recuerda nunca en medio de un zapping.
Pero gracias al genio de los ejecutivos de Hollywood, la "guerra de padres" resurge en esta inesperada secuela con abuelos involucrados en la competencia por la figura paterna de unos pobres actores infantiles que harán ricos a sus padres, pero sobre todo al ejército de terapeutas que podrán estudiar sus traumas por décadas: "No es mi culpa, de chico me obligaron a interpretar al nieto de Mel Gibson en "Guerra de Papas 2".
Dado que el talento original lograba potenciar algunos momentos chistosos, si ahora le agregamos a Mel Gibson y John Lithgow en el árbol genealógico de Wahlberg y Ferrell -quienes tenían buena química y rivalidad-, la apuesta se redobla de un modo tan absurdo que a veces hace reír por surrealista, lo que nunca dura mucho por lo anodino del contexto.
Si la pasan mas en el cable que a la otra, no habrá manera de no disfrutar de algún gag más o menos chapucero con estos cuatro actores que hicieron y harán muchas buenas películas, generalmente por separado.