Risas por duplicado
Había un común denominador en las secuelas de la década del ochenta: los elementos de mayor eficacia de la original debían duplicarse al máximo en la continuación, casi como si con eso bastase para hacer una buena segunda parte. Este recurso rara vez satisfacía a la audiencia que veía a los films como una exageración sin criterio de una película anterior. No sucede eso con Guerra de papás 2 (Daddy's Home 2) cuya duplicación de componentes logra un buen resultado.
La llegada de la Navidad supone el evento familiar del año. Y familiar significa recibir parientes. Aparece el padre de Brad (Will Ferrell) que compone John Lithgow, y el de Dusty (Mark Wahlberg) que personifica Mel Gibson. Brad y Jack representaban los extremos de los padres disfuncionales (el biológico y el adoptivo, el paradigma del macho y el prototipo de padre progresista), los padres de ambos son el extremo del extremo de dichos estereotipos. Sucede que el pacto de armonía familiar dado sobre el final de la primera película entre Brad y Dusty está en crisis, y Kurt (Mel Gibson) aparece con el fin de dinamitarlo por completo.
John Lithgow y Mel Gibson entran muy bien en la historia, otorgando momentos desopilantes para el público. Las escenas de gag físico, un clásico en la nueva comedia americana están a la orden del día. Pero es la dirección de Sean Anders y el guion escrito en colaboración con John Morris, especialistas en la materia, quiénes entregan los mejores momentos del film: la escena del bowling es genial, como también la del pesebre viviente, aunque ambas son superadas sin dudas por la final en el cine.
El personaje más divertido es el extravagante Kurt de Mel Gibson. Una especie de exageración de su rol de tipo rudo en películas de acción, con todo el estereotipo necesario: rudo, mujeriego, misógino, machista, republicano, etc. Pero no sólo eso, también es el tipo que gusta hacer bromas pesadas (como en Arma Mortal) que hacen que su hijo Jack entre en conflicto con Brad. El Kurt de Gibson es el verdadero plus de esta exagerada -para bien- secuela. Hasta por momentos parece opacar al ya amaestrado en el rol de buen padre Dusty (Mark Wahlberg).
Por supuesto, como toda comedia familiar, el mensaje debe ser pro familia, y el chiste pasa por ver cómo la familia, a pesar de sus evidentes diferencias, logra reconciliarse. Ahí aparece la ternura, comprensión y debilidad de Brad y su padre, y la tesitura, rudeza y carismática imagen de Dusty y el suyo. Los opuestos se atraen y, exagerados como aquí, mucho más.
Guerra de papás 2 no sólo está a la altura de su antecesora sino que renueva las películas navideñas, además de tener mucha tela para cortar en futuras continuaciones. Y no llamaría la atención que en breve volvamos a encontrarnos con estos atractivos personajes.