“Guerra de papás 2” puede considerarse tan innecesaria como efectiva y fiel a su predecesora. Recordamos la original como una comedia bien arraigada en la cultura yanqui, en la cual el macho alfa es un ser egoísta, autosuficiente, canchero, pedante y terriblemente competitivo, y el beta viene a ser el “lado B” de todo eso extrapolándose en todo sentido. Excepto el común, claro, porque como padres, cada uno ofrecía lo peor de sí.
La secuela: Brad (Will Ferrell) ya ha conseguido formar una familia y el respeto de Dusty (Mark Whalberg), con quien ahora comparte todo tipo de momentos en una suerte de doble paternazgo bastante equilibrado. La armonía fue conseguida luego de una alta competencia entre los dos con gags que funcionaban muy bien hace dos años. Si como muestra basta un botón, uno de los mejores gags de aquella tenía a Brad esperando en el aeropuerto la llegada de Dusty: Plano conjunto del primero junto a un viejo que esperaba a otro pasajero. Sonaba un rock and roll de AC/DC para el contraplano de Dusty bajando en la escalera mecánica, macho por donde se lo mire. Vuelta al plano conjunto: “Evidentemente este tipo es mejor que vos en TODO”, espetaba el eventual compañero. Y así por el estilo.
¿Comedia de bajo presupuesto que funcionó en la taquilla? Es Hollywood. Obviamente, hay secuela. ¿La excusa? Juntar a toda la familia para pasar navidad. ¿Alcanza? No. La fórmula de toda la vida incita a la presencia de más personajes, si es posible interpretados por figuras. ¿Entonces? Los padres de los padres, es decir, los abuelos. Fíjese en el afiche. Dice Mel Gibson y John Litgow. Adivine quién es el padre de quien.
Mejor no entrar en profundidad en este análisis porque ninguno de los dos tiene más desarrollo en el guión que el hecho de ser Mel Gibson y John Litgow. Los contrastes se trasladan a una generación anterior y lo que juega, haciendo alarde de la obviedad, es la vergüenza latente que Brad y Dusty sienten o no ante la presencia de sus propios padres.
No hace falta ahondar en el argumento porque esta comedia no se sustenta en otra cosa que en el mismo axioma de la anterior. Será gracias al elenco con su entrega total que la segunda parte funciona de a ratos, siempre y cuando no se pretenda profundidad cuando hay tanta brocha gorda en las situaciones familiares.
Supongamos que funciona en la boletería pese a las falencias de querer ser el humor de la revista MAD o la National Lampoon, la próxima ¿serían los bisabuelos? Vaya pensando: ¿Clint Eastwood y Michael Gambon? Dios libre y guarde