Mejor dejarla para un zapping
El título local lo explica casi todo. Hay un padrastro que hace lo imposible por ser aceptado como figura paterna por los dos hijos de su mujer. Algo que se si antes era difícil, se vuelve casi imposible cuando de repente aparece el padre biológico de los niños y ex marido de la mujer.
Cuando el patético personaje de Will Ferrell consigue que la nena haga un dibujo de su familia que no lo expulsa al infierno, sino apenas bien lejos al margen de la página, y sólo con "popó canino en la cabeza, todo parece mejorar, salvo que entonces suena el teléfono anunciando la sorpresiva aparición del padre de los chicos, nada menos que el motoquero Mark Whalberg, decidido a recuperar la familia que abandonó años atrás.
Dado que el tema implica la presencia de niños, tanto en el hogar como en la escuela, y algunas otras cosas difíciles para una comedia negra, los gags políticamente incorrectos irrumpen cada tanto, pero sólo son un amague para llegar a un desenlace demasiado ecuménico. Eso no sería tan grave si no se viera venir desde el tercer acto. La química entre los dos padres es buena, pero el problema básico es que cada chiste contundente hay unos pocos realmente buenos- es explotado hasta sus últimas consecuencias por el director y coguionista, que en vez de arruinar buenos gags estirando las escenas hasta lo intolerable, podría haberse ocupado de mejorar el guión.
Dado que el talento involucrado brilla en algunos momentos, ésta es la típica película que puede disfrutarse por partes si se la engancha en un zapping, pero que difícilmente conforme a aquellos que paguen una entrada para verla en un cine.