Brad (Will Farrell) es lo que se entiende por un hombre correcto, siempre haciendo las cosas bien, sin buscar conflictos, y ansía que los hijos de su esposa lo acepten y lo traten como su verdadero padre. Y parece que eso se va a terminar dando, hasta que aparece Dusty (Mark Wahlberg), el verdadero padre de los niños; un macho alfa que no dudará en recurrir a cualquier recurso y golpe bajo con tal de ganarse el efecto de su familia nuevamente.
Will Farrell y Mark Wahlberg demostraron hace ya seis años, que tenían buena química a la hora de hacer buddys movies, en la poco reconocida The Others Guys, donde interpretaban a dos policías de personalidades distintas. Bueno, en Guerra de Papás pareciera que casi repitieran papeles pero en otra trama.
Will Farrel vuelve a interpretar a un sonso, un buenudo que no responde ante las provocaciones o cachetazos de la vida, mientras que Mark Wahlberg se repite como tipo duro, de llevarse todo por delante y resolver las cosas “a lo macho”. Pero esta vez no hay crimen, si no que ambos compiten por el amor de los mismos chicos.
A esta clase de comedias no hay que pedirle humor inteligente, ni con metáforas y dobles lecturas, porque históricamente Will Farrell jamás lo hizo. Tampoco estamos ante la típica película que los gags son a base de eructos y demás flatulencias, o mostrar partes íntimas de las personas; no, el mayor mérito que tiene este film son las líneas de diálogo que muchas veces caen en el ridículo pero dentro del juego propuesto, haciendo que uno se ría de la tontería que acaba de escuchar (y en esto el personaje interpretado por Thomas Heden Church es al que mejor se le aplica lo que digo).
En realidad todo el elenco cumple muy bien sus roles, y esos diálogos absurdos no los dicen de forma forzada; quizás quien menos aprovechada esté es Linda Cardellini, que sólo hace de la mujer parte de la pelea de egos entre ambos hombres. Una lástima para alguien formada en la comedia que no la supieran aprovechar en más gags.
De todas formas y aunque sea una comedia de corte “tonta”, estaría bueno que muchos padres se animen a verla y quizás, por medio de una película, entiendan que sus egos personales siempre tienen que estar por detrás del bienestar de sus hijos y dejar que ellos sean felices a su modo.
En conclusión, Guerra de Papás es quizás la primera buena comedia en mucho tiempo, y eso dice bastante. En una época donde nos reímos de películas malas de distintos géneros, y los films cómicos sólo nos venían provocando bostezos, se celebra que pese a su simpleza y su carencia de doble mensaje y simbologías, tengamos una peli como Guerra de Papás, que nos hace reír de sus propios gags y no de lo malo que eran los guionistas a la hora de plantear la trama.