Más vale género conocido que género por conocer
Lo único seguro en el mainstream hollywoodense actual es que cada vez más producciones van a lo seguro. Y en un campo tan minado para la experimentación y la audacia como lo es el de la comedia familiar, lo más sensato es convocar a comediantes que ya conozcan el terreno. Sin dudas, Will Ferrell es uno de ellos. Si bien ha tenido una carrera con resultados desparejos (debido, muchas veces, a un exceso de idiotización en sus personajes), el colorado miembro del Frat Pack es hoy una referencia innegable dentro del género y ha alcanzado una madurez actoral que se refleja en interpretaciones más sobrias que aún conservan su frescura humorística. En Guerra de Papas (Daddy’s Home, 2015), al menos, el resultado es satisfactorio.
Un padrastro que intenta por todos los medios congeniar con los hijos de su esposa es el disparador inicial de la película. Brad Whitaker (Ferrell) vive esforzándose para su familia y es feliz haciéndolo: cocina, va a buscar a los nenes al colegio, los lleva a diferentes excursiones y devora libros que dan consejos sobre cómo ser un mejor papá. Todo va bien, pero la reaparición del fachero Dusty Mayron (Mark Wahlberg) -ex esposo y padre biológico de las dos criaturas- altera la perfecta rutina familiar y progresivamente va mellando la confianza de Brad, intimidado por la encantadora personalidad (y los bíceps) de su nuevo contrincante.
Así las cosas, se desata una “guerra” entre ambos que da lugar a todo tipo de peripecias humorísticas, las cuales funcionan gracias a la excelente química lograda entre Ferrell y Whalberg. Cada acción es un desafío, un artilugio, una competencia para debilitar la posición del otro frente a la familia. Pero las escenas más desopilantes provienen de la desesperación creciente de Brad, que se manda las mil y una al ver como un extraño se va apoderando de lo que más ama en el mundo.
Si bien no se destaca por la originalidad de su propuesta, Guerra de Papás tiene la virtud de poseer un guión previsible pero efectivo que le da fluidez a la narración. Aún intuyendo lo que va a suceder, la película se disfruta a cada momento y no tiene la necesidad de recurrir a golpes bajos o mensajes moralizantes sobre la familia, cosa que abunda mucho en este tipo de género.
Los lugares comunes están, la temática de la película la hemos visto muchas veces (sin ir más lejos, se asemeja mucho a “Kicking & Screaming”, con Will Ferrell y Robert Duvall) y el abordaje del mismo es poco audaz. Los actores trabajan en su zona de confort y no se atreven a salir de su libreto. Sin embargo, es justo señalar que es un film que no pretende ser más de lo que es, y en ese reconocimiento, logra repartir unas cuantas risas y breves momentos de emoción genuina frente a la pantalla, lo cual siempre se agradece.