Tres muy buenos comediantes (Ferrell, Wahlbery y Cardellini) hacen lo que pueden con la historia de un papá contra un padrastro. No son ellos el problema sino la dirección, que decide explicarnos la mayoría de los chistes. Lo que podía ser gran anarquía (Wahlberg y Ferrell ya lo hicieron en Policías de reemplazo, gran film) se diluye en lección familiar casi en cada secuencia. Sí, obviamente en algunos momentos uno se ríe. En algunos momentos, ojo.