Will Smith en Después de la Tierra , Tom Cruise en Oblivion : El tiempo del olvido y, ahora, Brad Pitt en Guerra Mundial Z . La fórmula de una estrella inmersa en un mundo apocalíptico parece ser una de las más elegidas en los últimos meses por los estudios de Hollywood para darles carnadura humana (y mayores posibilidades de marketing) a historias propias de un cine catástrofe diseñado, sobre todo, vía programas informáticos.
En este sentido, Guerra Mundial Z -versión muy libre del reverenciado libro publicado en 2006 por Max Brooks- retoma caminos bastante transitados por el cine y la televisión recientes: virus, pandemias, zombis y una sensación de caos y paranoia que ponen a la sociedad y al planeta todo al borde de la autodestrucción.
Concebida con indudable profesionalismo y un gran despliegue visual (aunque, cabe indicarlo, el 3D esta vez no agrega demasiado), Guerra Mundial Z resulta un reciclaje de elementos ya vistos en series como The Walking Dead ; en el cine (de zombis y al mismo tiempo "político") de George A. Romero, y en films como Exterminio , de Danny Boyle (y su secuela), o Contagio , de Steven Soderbergh.
Si no hay en la película del alemán Marc Forster ( Descubriendo el país de Nunca Jamás, 007: Quantum of Solace ) aportes demasiado novedosos -quizá lo más logrado sea la búsqueda de un realismo documentalista, casi una apuesta al cinéma verité, en medio de un producto construido a puro efecto visual-, al menos el resultado final está bastante alejado del desastre que muchas crónicas previas auguraban luego de una problemática producción que derivó en un costo desbocado (más de 200 millones de dólares), la renuncia de varios integrantes del equipo (como el célebre director de fotografía Robert Richardson), sucesivos cambios en el corte y hasta un nuevo final.
Para que Guerra Mundial Z se mantenga a flote mucho tiene que ver el carisma y aplomo que Brad Pitt demuestra en pantalla para encarnar a un héroe a escala humana, un sensible padre de familia (vean los gestos y las palabras hacia sus dos hijas) que debe recorrer medio mundo (Corea, Israel, Gales) en busca de una cura al virus que amenaza con convertir a la Tierra en un infierno dominado por los zombis.
El film es rico en escenas de masas con las turbas de infectados arrasando con todo y con todos en ciudades que van "cayendo" (ése es el término que utilizan las autoridades) una tras otra, mientras los medios de comunicación (las imágenes de los noticieros televisivos juegan un papel decisivo en la construcción del verosímil) informan de los cada vez mayores alcances de la catástrofe.
Así, entre los atributos del gran espectáculo hollywoodense, el atractivo de Pitt y la voz de alerta políticamente correcta sobre el deterioro de las condiciones de vida actuales que aquí se ve amplificada, Guerra Mundial Z alcanza sus (mínimos) objetivos. No está entre los grandes films de esta buena temporada del cine norteamericano, pero tampoco es un despropósito. Vale la pena, por lo tanto, darle una oportunidad.