La película con producción más desastrosa de los últimos tiempos logra, al menos, llegar a un resultado decente.
La vieja ley de Murphy reza que cuando algo puede salir mal, sin dudas saldrá mal. Y bajo ese preconcepto decenas de miles de personas irán a ver Guerra Mundial Z (World War Z, 2013), una película en la que -dicen- el director estuvo ausente y sin tener idea de cómo hacer escenas de acción, y que requirió no solo muchísimas inyecciones de dinero que elevaron su costo hasta las nubes sino que muchísimas partes debieron ser reescritas, ya que el resultado final no conformaba a los financistas.
Así, con prejuicios, muchos se sentarán a esperar el cáos y el fin de la carrera de Brad Pitt, pero no. No esta vez.
No vamos a decir que Guerra Mundial Z es una obra de arte, ya que ni siquiera puede llegar a entrar en un top 5 coherente de películas sobre zombies. Y si ponemos en la balanza el costo y el beneficio de la película, probablemente Paramount salga perdiendo, pero pese a todo lo que podría haber sido un revuelto gramajo de muertos vivientes y Pitt haciéndose el héroe terminó contando una historia que, a fin de cuentas, deja a uno la sensación de que no perdió el tiempo en el cine.
Pero vamos al comienzo: Guerra Mundial Z está (holgadísimamente) basada en el libro homónimo que Max Brooks sacó a la venta en 2006, y que inmediatamente se convirtió en un best seller en los Estados Unidos. En su libro, Brooks recopilaba lo que había sido la Guerra Mundial Z, el gran enfrentamiento de proporciones bíblicas entre los vivos y los muertos, y en forma de relatos, crónicas y entrevistas, podíamos ir rearmando los días oscuros, ya -afortunadamente- pasados. En su adaptación, la historia es completamente diferente. Gerry Lane (Brad Pitt) es un empleado de las Naciones Unidas que debe recorrer el mundo para encontrar una cura para el vírus que convierte a los cadáveres en bestias salvajes y hambrientas. Él no es un héroe, y se le nota, y eso es lo que provoca nuestra atención. Lane es padre, ama a sus hijos y a su esposa, y de golpe se convierte en el faro de la humanidad en peligro.
Porque lo que Guerra Mundial Z si hace bien es vendernos un peligro real. A través de escenas de noticieros e informes gubernamentales, no nos cuesta demasiado meternos en ese mundo en franca caída e identificarnos con las víctimas que, después de todo, son nosotros, la gente común. No hay lugar para héroes en la película, solo para valientes y corajudos que consideren que su vida valga menos que el bien común.
Pero obviamente no todo es color de rosas. Los problemas de producción se hacen notar en la pantalla y, si bien no es el agujero negro que la prensa y los “infiltrados” nos prometieron, ahí están, imposibles de omitir. Desde el relato, la película tiene lagunas imposibles de tapar -que, si somos buenos, también le agregan verosimilitud a la película. Pero no somos buenos. Afectan y bastante- y todo parece recaer (al igual que el mundo entero) en los hombros de Brad Pitt, que se la jugó con un papel que termina siendo casi el único interesante de la película.
Guerra Mundial Z podría ser peor. Y esa es la mejor review que se le puede dar, dadas las circunstancias.