World War Z: Zombies vs Brad Pitt
Con todos los problemas detrás de la producción de esta película, que pueden haber generado expectativas tanto positivas como negativas, uno tiene dos opciones: mirar World War Z con prejuicios de ‘va a ser mala’, o ‘voy a esperar que sea lo que su tráiler me promete’. Esto último fue lo que hice. No soy gran fan de los muertos vivos, aunque como muchos de ustedes estoy al día con The Walking Dead. Y esto debe ser porque más que gustarnos los zombies, nos gusta la adrenalina que ellos generan, una de las promesas del tráiler de World War Z.
Para ser justa, la última película de Brad Pitt, lo que promete, lo cumple. Digamos, la película satisface al espectador de suspenso, casi irritante, al punto de que su primer acto te retuerce el estomago de los nervios. Marc Forster (Finding Neverland, Quantum of Solace) dirige la película de lo macro a lo micro, de la explosión catastrófica a la búsqueda de la aguja en un pajar, sin trillar el género, y logrando un efecto parecido al de Contagio (Steve Soderbergh).
World War Z refleja a la sociedad mostrando en su comienzo a una familia en plena rutina, que al escuchar sobre una gran pandemia (nuevo virus) que se esparce por el mundo, hacen caso omiso a lo que dicen los medios sobre la gravedad de los hechos y no se dirigen despavoridos al primer hospital por una vacuna antirrábica o antigripal como para prevenir… ¿Esta era parte de la metáfora que quería Brad Pitt para la película?
La tragedia inevitable toma forma en el medio de Filadelfia con Gerry Lane (Brad Pitt) y su familia atascados en el tráfico, y en un abrir y cerrar de ojos, el mundo ya no es lo que era. No se sabe dónde, cuándo, cómo, ni por qué, pero el mundo casi entero le pertenece a los zombies, aunque los humanos tardan en percatarse del hecho. Lane salva a su familia por ser un ex trabajador de las Naciones Unidas, pero a cambio y porque es Brad Pitt, tiene que ir en busca del comienzo de esta historia, del “paciente cero”, para encontrar las explicaciones y eventualmente una cura.
A diferencia de lo que ya se ha visto de zombies, Foster no corrompe la película con el potencial alegórico de un mundo desolado, post-apocalíptico, invadido por devoradores de carne humana, que permitiría hacer debates filosóficos sobre la ética y la moral, al mejor estilo de The Walking Dead, que predica la ley del más fuerte.
Guerra Mundial Z es un típico triller de “el fin del mundo” a gran escala, intenso por su combinación del escaso terror, el supremo suspenso, más la suma de la intriga y clichés de una película catastrófica, que convierte a Brad Pitt en el último Superman. Nadie puede volar tan rápido, de país a país, como él, y salir casi ileso de un avión, hecho trizas, como él. ¡Admiren a ¿El último Hombre de Acero?!
‘Movimiento es vida’ dice Pitt por su experiencia como ex trabajador de la ONU, y es exactamente el modus operandi que utiliza Foster para dirigir la película. Ni él ni los guionistas se detienen a pensar o explicar detalles de sus personajes, sobre todo aspectos que quedan en el aire del personaje de Pitt, por lo que el espectador puede concentrarse solo en el ‘corre por tu vida’.
En otras palabras, World War Z no expande las fronteras del entretenimiento comercial innovando desde lo qué tiene para decir y cómo lo dice, por lo que se convierte en otro simple producto que divierte y entretiene con un poquito de creatividad, y le sirve a Brad Pitt para hacer una publicidad de Pepsi al mejor estilo norteamericano, mientras se camufla de los zombies, que antes de aprender a comer, corren y demasiado rápido.