No me importa cuántos son
Brad Pitt busca una cura contra los zombies que gruñen, muerden y se multiplican.
Hollywood viene predicando desde hace décadas que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Puede llegar por negligencia humana (destrozando la ecología, eliminando fuentes de energía) o por ataques alienígenas. Lo que las películas de George Romero, toda su saga de zombies, encorsetaban en una pequeña población, Guerra Mundial Z lo expande con la plata de la productora Plan B, de Brad Pitt, más otros cuantos capitalistas ponen a disposición del entretenimiento, una vez que los zombies se multipliquen a mordida batiente. Un mordisco, y a los 10 segundos se transforman en muertos vivos. Casi como el agua que rozaba a los gremlins y se reproducían. Pero aquí, sin chistes.
Marc Forster, el ecléctico director que puede filmar Descubriendo el Pais de Nunca jamás y Quantum of Solace, la más floja de las películas con Daniel Craig como Bond, no pierde el tiempo. Los zombies aparecen pronto. Sólo hay que mostrar a la familia de Gerry (Pitt), entender que dejó de trabajar en las Naciones Unidas para estar más con su familia, y así comprender por qué luego le cuesta dejarla e ir tras la cura de la pandemia. Ah, y que una de sus hijas sea asmática. ¿Rachel, la nenita del personaje de Tom Cruise, no era alérgica en Guerra de los mundos?
Así, ya sabemos que papá deberá ir en busca del inhalador que la nena perdió entre muertos vivos que gruñen y están como en s tand by hasta que oyen un ruido y salen disparados con la dentadura lista.
Lo mejor de Guerra Mundial Z es que la acción no se detiene. No importa cuántos son (los zombies), sino que vayan saliendo. Los zombies vienen de a millares. Son, en cuanto a bravura, como los que enfrentaba Will Smith en Soy leyenda. Están en todas partes, se apoderaron de (casi) todas las ciudades del mundo, pero Gerry tiene que ir (como en Epidemia) a buscar el origen, el primer humano que propagó el virus. Así, Forster y sus cámaras pasan por Corea del Sur, Jerusalén, Gales, donde los zombies son todos parecidos y la valentía de Pitt se mantiene al nivel de cualquier padre de familia (de nuevo, como Cruise en Guerra de los mundos).
La diferencia con otras películas sobre supervivencia es que Gerry termina alejado de los suyos, pero como en los filmes en que un hombre común se encuentra ante circunstancias extraordinarias (del jefe Brody de Tiburón a esta parte, todas las que se imagine), Gerry es alguien con quien podemos proyectarnos.
Pitt está presente en casi todas las escenas. Por algo puso la plata. Su personaje es casi de historieta, sin llegar a superhéroe, pero sobrevive a catástrofes y lesiones que tumbarían a cualquier militar entrenado. A él, no.
Es recomendable la proyección en 3D. Es una película de zombies, y los ataques imprevistos suelen deparar mejores sustos si se los ve con los anteojitos. Vayan avisados.