Ganar para perder
El pampeano Facundo Arteaga, radicado en Intendente Alvear, aunque oriundo de General Acha, tiene un sueño y es el de consagrarse como Campeón Nacional de Malambo, una de las danzas folclóricas más llamativas y pasionales de la cultura popular argentina. Un sueño recurrente que estuvo a punto de concretar pero quedó trunco con el subcampeonato obtenido en 2014. A sus 35 años va a intentarlo una vez más.
Guerrero de norte y sur (2019) sigue el derrotero personal de este bailarín de malambo en el antes, durante y después del campeonato argentino que se desarrolla en el marco del Festival Nacional de Malambo de Laborde (Córdoba), cuyo título, paradójicamente, obliga al triunfador al retiro definitivo de la competición.
Entre su trabajo, la familia, el campo y su relación amor y odio con el malambo (en sus mejores años abandonó la competición) vemos transcurrir los días de Arteaga al que el binomio de directores integrado por Mauricio Halek y Germán Touza retrata con total honestidad y sin ningún tipo de regodeo de superioridad, algo frecuente en este tipo de documentales. A lo largo de casi tres cuartos de hora la observación recaerá sobre Arteaga en su rutina diaria mientras se prepara para la gran competición.
En el tercer acto de la película será la competición en si misma la que domine la escena. Y es ahí donde vemos a un personaje contradictorio que busca ganar pero también perder. Sobre el final su voz en off develará el misterio de la contradicción no explícita, o la justificará.
Guerrero de norte y sur es un documental retrato sin grandes pretensiones sostenido en su mayor parte en la empatía que se genera con un personaje que pone todo para ganar sabiendo que de hacerlo será su final.