Facundo Arteaga es un bailarín de malambo de 35 años, que divide su tiempo entre la danza, el trabajo en el campo y el cuidado de sus hijos. Si bien ya pasó la edad ideal para estar óptimo para las competencias, decide presentarse en el Festival Nacional de Malambo más importante del país, en Laborde, Córdoba, aunque, contradictoriamente, esto signifique no poder volver a competir profesionalmente nunca más.
El documental de Mauricio Halek y Germán Touza sigue a Facundo Arteaga de una manera especial. No solamente nos muestran su rutina, sus clases de malambo, sus prácticas, sus momentos como padre y sus actividades fuera de la danza, sino que existe una importante voz en off del protagonista que nos va relatando su experiencia, sus deseos y sus sentimientos. También nos explica un poco el código del malambero, los distintos estilos que existen según las zonas del país, y de qué se trata este festival tan especial que permite que una persona solo pueda ganarlo una vez en la vida y que su victoria signifique retirarse de la competencia profesional del malambo. El recurso está muy bien utilizado, ya que se logra un equilibrio de su presencia. No tenemos un abuso del mismo que consiga abrumar al espectador en su monotonía ni una intervención pequeña que nos deje faltos de información.
Tanto en las imágenes como en sus palabras podemos percibir el sacrificio que implica practicar esta danza y prepararse para un torneo de tal magnitud. Los directores se detienen mucho en sus gestos cuando ensaya sus bailes, como también en el cuidado de sus pies y sus movimientos. Los primeros planos y los planos detalle son los que enriquecen la historia, son los que transmiten el significado particular del esfuerzo, el empeño, el trabajo arduo.
La figura de Facundo está acompañada, muchas veces, por destacados paisajes, que prevalecen en el campo, rico en vegetación y en colores vívidos.
Pero en el film no solo tiene importancia la imagen y la voz, sino que la música cumple un rol fundamental, a cargo de Manuel Schaller y Lucio Mantel. Y muchas veces es aquella que se cuela entre el relato del protagonista para otorgar una mirada más emotiva sobre el malambo. El ritmo no se puede explicar o ver, se escucha y se siente.
En síntesis, “Guerrero de Norte y Sur” nos cuenta una historia particular a través de la preparación de Facundo, que sirve para comprender en detalle de qué se trata el malambo y su festival más importante. Pero también nos habla de esfuerzo y sacrificio, mediante recursos bien utilizados como la narración en off, los planos detalles y el acompañamiento de la música.