Un relato de acción contado al ritmo de una corrida de toros
Sean Penn reaparece como un francotirador que ahora trabaja en ayuda humanitaria, debe limpiar su nombre y es perseguido en una trama que acumula acción y romance. Por su parte, a Javier Bardem se lo ve poco y desdibujado en la película.
Sin una trama que sea innovadora y con el pulso narrativo que le imprime el director Pierre Morel, el mismo de la exitosa Búsqueda implacable, la película encabezada por Sean Penn entrega un típico producto de acción ambientado en Africa y Europa como escenarios de una persecución que parece no tener fin.
Jim Terrier -Penn- , un francotirador mercenario contratado por una corporación minera multinacional, asesina al Ministro de Minería de la República Democrática del Congo y desata el caos. Ocho años después -¿era necesario esperar tanto?- un grupo de mercenarios intenta eliminarlo mientras Terrier trabaja para un pueblo con la ayuda de una ONG.
El relato es la típica historia del hombre que desea recuperar a la mujer que ama -"Hice cosas malas"-, escapar de sus perseguidores y limpiar su nombre. Está claro que Penn no es Liam Neeson ni Sylvester Stallone -aunque físicamente se está pareciendo a éste último- porque sus películas no están ligadas a los típicos héroes de acción, pero se las ingenia como para mantener el interés de una trama un tanto forzada pero que no carece de intriga y de buenos momentos -como la escena de la llegada de un grupo de asesinos a la casa o las peleas con forajidos y secuaces de temer-.
En ese sentido, The Gunman: El Objetivo acierta en sus escenas de tiroteos, escapes y romance en medio de un clima humanitario anti-corporaciones y con la mujer que alguna vez amó -Jasmine Trinca- y que ahora cae en las manos del personaje que tiene a su cargo Javier Bardem, en una aparición desdibujada y episódica.
Como en toda película de género, al villano -Mark Rylance- muy del estilo de los personajes ochentosos se suman el agente que investiga -Idris Elba- las extrañas conspiraciones que tiñen de negro el pasado y presente del héroe maduro y el amigo -Ray Winstone - que ofrece refugio cuando las papas queman. Mientras tanto, una persecución feroz sigue su marcha al ritmo de la adrenalina que marca una corrida de toros sobre el desenlace. Y un oleeee para el hombre que arrastra la culpa del pasado.