Sean Penn, el mercenario
El actor parece no disfrutar el rol de héroe de acción, y Javier Bardem está lejos del malvado de “Skyfall”.
Cuando una película funciona, no pasa mucho tiempo para que se convierta en fórmula. Y en The Gunman: El objetivo no cambia la fórmula, no varía el director (es Pierre Morel, el mismo de Búsqueda implacable, la primera y la que se copia), y el protagonista, que supo estar del lado de los -digamos- servicios, está buscando a gente que también lo quiere eliminar.
Jim (un Sean Penn que ni siquiera se divierte haciendo de héroe de acción) es un mercenario, que por 2006 trabajaba con otros en el Congo. Félix (Javier Bardem) es el enlace entre los clientes más o menos anónimos -corporaciones- y los asesinos como Jim. Hay que matar al ministro de Minería, porque a cierta empresa no le conviene lo que hace, y el indicado para apretar el gatillo a distancia es Jim. Que debe abandonar el país, y dejar atrás a su novia, Annie, una enfermera que trabaja para una ONG y no sabe o no contesta la profesión de su amado.
Ocho años más tarde, empiezan a caer como moscas los mercenarios que estuvieron involucrados en el Congo, y Jim, que trata de limpiar su nombre de regreso en el Congo, trabajando -bien, ¿eh?- para una ONG, está apunto de ser masacrado, vía bala o vía machete. Zafa, se va y trata de averiguar quién le puso precio a su cabeza/corazón/ u órgano que sea.
Sin pensar demasiado, parece que es Félix, quien no sólo progresó -tiene flor de empresa-, sino que se quedó con Annie. Pero tal vez no sea él.
The Gunman: El objetivo divide las aguas, dejando a Moisés como a un poroto. Los buenos de un lado, los malos, del otro. Como un asunto de conciencia social -tardía-, los que se portaron mal antes, van a tener que pasarla mal ahora.
Morel es de los directores de acción clásicos, como los que no quedan. Y eso que el francés es joven. Pero al menos en el momento de las balaceras no es de los que pide siete cámaras en mano: uno sabe quién dispara, no es todo un frenesí estrambótico ni parkinsoniano.
Si Penn no parece disfrutar su papel (¿para qué lo habrá aceptado?), Bardem como malvado o medio malvado, no está ni a la sombra de lo que fue su Silva en Operación Skyfall, el último Bond.
Mucho tiro, algo de conciencia social y que pase el que sigue.