Conversión múltiple
No es raro que Martina Juncadella tiente a directoras que deciden filmar el tránsito desde la adolescencia hacia la adultez. Milagros Mumenthaler acertó al darle uno de los tres papeles principales de Abrir puertas y ventanas. María Florencia Alvarez acierta al haberla elegido para el protagónico de Habi, la extranjera, en la que Juncadella interpreta con delicado talento a una chica de provincias que, de paso por Buenos Aires, en parte toma y en parte inventa una identidad musulmana.
La conversión de Analía en Habiba, Habi, es menos religiosa que psicológica. Y, aunque parezca azarosa, en el fondo es menos casual que deliberada. Ella está en una etapa en la que es posible -y aconsejable- probar identidades, jugar con máscaras, tomar caminos que se bifurcan, antes de encajonarse definitivamente en el que no tiene retorno, el más angosto, al que llamamos madurez. Pero volvamos a la joven Analía. En la megalópolis porteña, donde nadie la conoce, experimenta el vértigo, el placer, la liberación de convertirse -por decisión propia- en otra, en ella misma.
Uno de los aciertos de Alvarez es elegir, para esta historia de emancipación, a una cultura de la que poco o nada conocemos, pero a la que vinculamos con la opresión femenina. Aclaremos que la realizadora no busca demostrar que esta idea sea falsa. Sí busca romper los estereotipos, las generalizaciones: los prejuicios. Así, una chica islámica que se hace amiga de Analía/Habi le contagia su serena felicidad, mientras que una festiva brasileña -la representación que los argentinos nos hacemos de la alegría-, compañera de pensión de la protagonista, parece condenada al sufrimiento y el autoflagelo de estar en pareja con un golpeador.
Habi... no es una película de trama, aunque sobrevuele el enigma, la iniciación sentimental y cierta confusión causada por la impostura. El filme, de atmósferas, pone en imágenes el estado de ánimo de la protagonista y su cambio de etapa, sus actos de independencia: la otra conversión. Con una ductilidad que jamás cae en la sobreactuación, Juncadella nos transmite su extrañada condición de extranjera, el modo en que un imán aconseja pasar por esta vida.