La chica del helado de limón
Analía (Martina Juncadella) es una chica del interior del país, de unos veinte años de edad. Su trabajo consiste en viajar a Buenos Aires para entregar los pedidos de artesanías que hace una vecina. Así recorre la ciudad y sueña, aunque cuando vuelva a su pueblo le espera lo que parece ser su inevitable destino: deberá trabajar con su madre en un negocio, algo que ni le atrae ni le interesa, pero es su deber.
Por un error en una de las direcciones del reparto, termina en un centro árabe. Y tanto le fascina el lugar que usurpa un nombre que ve en un cartel, y se crea una nueva identidad: será Habi, de familia libanesa, musulmana y estudiante de árabe.
Este primer largometraje de María Florencia Álvarez sigue las experiencias de esta nueva chica, su encuentro con el amor, la convivencia con personas desconocidas, y lo difícil que eso resulta, las nuevas amistades. Una película iniciática que exagera en cierto modo el momento en que todo adolescente deja de serlo y se plantea quién quiere ser una vez adulto.
Analía recorrerá un camino que le demostrará que no puede ser feliz a menos que sea ella misma, de manera genuina y sin falsedades.
Álvarez desarrolla la acción básicamente en interiores, algo que desaprovecha el talento de su fotógrafo, Julián Apetezguía, que sabe hacer magia con los exteriores. Sin embargo la elección no es errónea, ya que toda la narración remite a lo que sucede en el interior de esta muchacha que está buscando no sólo un lugar, sino quién quiere ser en el mundo.
El ritmo en general es algo lento, y algunas secuencias se hacen repetitivas, como las de la pensión, aunque no pretendan más que mostrar la cotidianeidad de la nueva vida de la chica.
Con buenas actuaciones de actores casi desconocidos, este filme logra además mostrar con gran naturalidad a la comunidad musulmana, que si bien le fascinó a Analía, no fue por exótica ni llamativa, sino simplemente por ser algo diferente a su opaca rutina.
Una película de recorridos y descubrimientos. Pequeños, nada llamativos. Sólo los que ocurren al crecer.