Hay dos formas de ver el estreno de “Había una vez un deadpool” desde el punto de vista conceptual. La primera es: una engaña pichanga por el hecho de tratarse de un recauchutado de “Deadpool 2” (mayo 2018), cuya única excusa es llegar a un público más pequeño, en edad, sacando algunas escenas que son claramente fuertes para ciertas edades y redecorando el producto final con escenas adicionales en tono auto paródico en las cuales está incluido Cary Elwes, otrora protagonista de “La Princesa prometida” (Rob Reiner, 1987) como excusa para completar el título.
La segunda es: un hallazgo para ultra-fanáticos que, a todo lo visto en momento de su estreno, se le agregan cuatro o cinco gags realmente muy graciosos, en los cuales el personaje interpretado por Ryan Reynolds se despacha con mucho más verborragia satírica y paródica sobre la Fox, los superhéroes y otras yerbas de la industria. El agregado sería que justamente Cary Elwes también hace lo mismo y genera una gran química con su partenaire.
En cuanto a la producción, hay que decir que es la misma “Deadpool 2” que vimos este año, con lo cual seguimos pensando lo mismo. El tema es cuánto se justifica una reposición cuando tenemos una cartelera atiborrada y desbordada, problemas con la cuota de pantalla, pérdida de identidad cultural por esa razón, etc, etc.
Todo este contenido tiene mejor ubicación en los extras de un DVD como cosa curiosa, pero en la cartelera vernácula será sólo para fanáticos