Tras 20 años de matrimonio, María decide dejar todo atrás y comenzar una nueva vida. El primer paso es hospedarse en la habitación 212 de un hotel ubicado frente a la casa en la que vivía junto a su pareja. Pero con el paso del tiempo comenzará a preguntarse si tomó la decisión correcta, pues otro hombre se acerca a su vida y ella comenzará a dudar si el verdadero amor, tal como ella lo siente, existe en realidad.
Cuando otra mujer llega para poblar el exilio sentimental de María, su “cotidianeidad” se verá envuelta en dudas, temores e incertidumbre. El director Christophe Honoré dejó de lado la simpe historia de sentimientos encontrados, tan vista en este tipo de tramas, para elaborar una comedia atrevida, entregada a la verborragia, que poco a poco se va convirtiendo en un bello artificio en el que se mezclan recursos cinematográficos y teatrales planteados como en un mágico juego de espejos.
La historia pide la mayor atención del espectador, pues por momentos se confunden algunas situaciones, pero ello no es óbice para que el film posea los suficientes destellos y una gran ternura para aquellos románticos incurables que suelen nadar en aguas plenas de ternura. El excelente trabajo de Chiara Mastroianni y de todos sus compañeros de elenco se apoya en la metáfora y en el realismo mágico para poder jugar con todos los trucos que brinda el amor.