Habitación 212

Crítica de Marcela Gamberini - Subjetiva

Qué significará realizar una comedia en estos tiempos oscuros y decaídos? Aquella delicadeza y liviandad que supieron tener las películas más significativas del género, ya casi no están presentes en el cine actual. La búsqueda de la felicidad a la que aspiraban se ha transformado tal vez en una mirada opacada, donde finalmente queda difuso el sentido.

Eso sucede en Habitación 212 que comienza como una comedia de infidelidades de una Chiara Mastroianni hermosa y ligera, confrontativa, poniendo de manifiesto su adultez y asumiéndola como tal que se va opacando cuando la película se transforma en una especie de fantasioso psicoanálisis colectivo, con tintes de humor inexplicables. Habitación 212 se vuelve un hibrido, con vacíos narrativos fuertes, con situaciones confusas, con actuaciones incomprensibles.

María y Richard son una pareja con veinte años de casados, por azar Richard encuentra el celular de María y se entera que ella le ha sido infiel, no solo una vez, sino incontables veces. Discusión, pelea, ella decide irse de la casa, mudarse enfrente de su casa, a la habitación 212 del hotel. Allí aparecerá su marido de joven, sus ex amantes, su madre, la ex novia del marido, etc, un zafarrancho con poca explicación que trastoca la lógica narrativa, temporal y estética de la película. La libertad creativa también tiene su lógica interna, su autoconsciencia, sus elementos propios; nada de esto aparece en Habitación 212 donde todo se vuelve algo ridículo, algo sin sentido, donde tal vez una especie de modernidad cinematográfica ha sido malentendida.

Como una caja vacía de contenido, la película francesa estalla de colores mostrando maquetas de las calles de una ciudad, como la del bar ubicado cerca de la casa de la pareja que se llama Rosebud, apelando a algo que, evidentemente, nunca alcanza.

HABITACIÓN 212
Chambre 212. Francia, 2019.
Dirección y guion: Christophe Honoré. Intérpretes: Chiara Mastroianni, Vincent Lacoste, Camille Cottin, Benjamin Biolay, Marie-Christine Adam y Carole Bouquet. Fotografía: Rémy Chevrin. Edición: Chantal Hymans. Distribuidora: Mirada Distribution. Duración: 87 minutos.