Esta comedia francesa se apoya, en gran medida, en el carisma de su ilustre elenco. Chiara Mastroianni es Maria, que se aburre de un amante joven para llegar a casa y terminar con su matrimonio de media vida. Su marido (el músico Benjamin Biolay), ignorará, al menos en principio, que Maria se muda justo enfrente, al hotel de enfrente, a la ventana de enfrente.
Allí recibirá la visita de una mujer, profesora de piano —esa obsesión de cierto cine europeo— de su marido cuando era joven, interpretada por Camille Cottin, la de la serie Ten percent. Pero también se reencontrará con ese marido joven (Vincent Lacosta). Y con sus padres, y acaso consigo misma, mientras ve a su ¿ex? solo en su casa, enfrente. El director y guionista, Christophe Honoré, amaga con una comedia de enredos liviana, de esas a las que nos tiene acostumbrados el cine galo que con cierta regularidad se distribuye en Argentina. Sin embargo, Habitación 212 gira hacia otro lado, un poco teatral, lo que en cine no es una virtud. Pero apoyado en largos diálogos a cargo de buenos y encantadores actores, sobre los vínculos afectivos, ese tema que siempre interesa.