Deconstruyendo amores.
La fusión de espacio y tiempo, sumado a la yuxtaposición de momentos importantes en la vida de una pareja, forman parte del menú de esta fresca comedia del director Christophe Honoré, cuyo título, Habitación 212, enmarca esta historia en un espacio simbólico donde la protagonista, María (Chiara Mastroiani) interactúa en primer término con su novio y actual pareja en la versión de 25 años, a la vez que confronta con el mismo personaje pero en su versión cincuentona y actual.
El detonante de este conflicto -como suele ocurrir en toda relación de pareja- tiene que ver con el descubrimiento de un acto de infidelidad, pero también con la reflexión a cuestas de toda una serie de variables como el desgaste, la rutina, la pérdida del deseo, el rencor, los celos y recuerdos de anteriores romances esporádicos que marcan el derrotero de una vida amorosa álgida y cambiante para ella.
Desde los diálogos y el ritmo en las confrontaciones que a veces resultan demasiado extensas se nutre un abanico de posibilidades para que el director juegue con recursos narrativos, siempre bajo la premisa de una suerte de realismo mágico en contrapartida al hiperrealismo del cine de estos tiempos.
No puede aventurarse que esta comedia francesa genere risas en la platea pero sí la sensación de estar pasando un grato momento para liberar la cabeza de preocupaciones, o al menos para repensarse en función a las relaciones de pareja en el pasado, en el presente y con perspectiva de futuro.