El mediometraje del director del célebre corto ALABANZA A LA PAPA y codirector de EL HUMOR (PEQUEÑA ENCICLOPEDIA ILUSTRADA) con Mariano Llinás, está más cerca del cine de James Benning que de cualquiera de las referencias aquí citadas. Masllorens filma escenarios (urbanos y porteños, en su mayoría) vacíos, a una hora que parecen ser las 6 de la mañana de un fin de semana, con incipiente luz de día pero sin personas a la vista. El efecto se vuelve curioso especialmente en las escenas que muestran lugares públicos o de mucho tránsito, raramente vistos vacíos, ya que permite observar detalles y analizarlos fuera del contexto habitual. Lo hace mediante un sistema de planos de 13 segundos cada uno -con algunos de 7 segundos- que se vuelven extrañamente cortos, ya que para realmente poder apreciar los detalles del plano y que el todo no se vuelva algo parecido a un slide de diapositivas en movimiento me parece que deberían ser un poco más largos. Imagino que no debe ser fácil filmar esos escenarios vacíos tanto tiempo (tarde o temprano alguien pasará por muchos de ellos) y hasta supongo a algún miembro del equipo de rodaje pidiendo a la gente que no se cruce como mientras alguien saca una foto, por lo que es hasta entendible la situación. Cuando uno se acomoda a la propuesta, los 44 minutos pueden llegar a ser hipnóticos y cautivantes, entregando al espectador una mirada a lo que parece ser una ciudad fantasma con lugares que extrañamente se vuelven irreconocibles, como si el director hubiese estado buscando locaciones para una película de ciencia ficción apocalíptica en la que un virus acabo con toda la población. El lugar donde vivimos, sin nosotros. ¿Una postal del fin del mundo?