El sentimiento de los otros
Agnès Jaoui y su marido y coguionista Jean-Pierre Bacri ya han realizado juntos tres películas que siguen la tradición de la comedia francesa costumbrista, en las que suelen plantear situaciones de relaciones cruzadas en red, con mucho diálogo y fino humor francés, donde nunca está ausente el artista y alguna temporada en el campo. En este caso -el más liviano de sus tres opus- se instalan lejos de París, en el sur provenzal, donde está la casa materna de las hermanas Florence y Agathe Villanova (Jaoui), una feminista exitosa que ha decidido retirarse allí por unos días, antes de entrar en la política.
Hace años que trabaja en la familia, como mujer para todo servicio, la argelina Mimouna, cuyo hijo Karim convence a Agathe de acceder a una larga entrevista para un documental sobre mujeres famosas, en colaboración con un respetado cineasta (Bacri). Todo lo cual se complica un poco porque nadie sabe que éste vive un romance con Florence, víctima de un matrimonio sin amor. Por uno u otro motivo, la filmación sufre sucesivos inconvenientes y lo mismo ocurre con las relaciones entre los variados personajes.
Háblame de la lluvia resulta una comedia amable que, a diferencia de los films anteriores, no decide profundizar en ningún tema en particular sino plantear unos cuantos que tienen que ver con las relaciones interpersonales, tratados con un humor exquisito, mordaz, pero muy delicado: los vínculos familiares, los prejuicios y la discriminación racial, el lugar del feminismo en un mundo machista, la relación entre clases sociales, entre el pueblo y los políticos, entre maestro y discípulo, entre víctima y victimario. Temas que ya estaban planteados en El gusto de los otros.
Lo más interesante resulta aquí la falta de certezas o reaseguros, la vulnerabilidad que muestran todos y cada uno de los personajes, a quienes Jaoui trata con mucho respeto. La fidelidad e indecisión de cada uno hacia su/s pareja/s, las dudas de Agathe ante el nuevo rumbo que dará a su vida, la cuestión de género, de autoridad, en fin, todas las jerarquías quedarán subvertidas. Con mucho de melancolía y una permanente sensación de pérdida o conformismo, todo tiene que ver más con la lluvia y el mal tiempo que les toca ese verano que con un sol radiante.
Jaoui es una excelente directora de actores: Jamel Debbouze, quien ya se había destacado en Días de gloria y Amélie, se roba buena parte del film con su Karim en busca de reivindicaciones; pero también es reveladora la actuación de la no profesional Mimouna Hadji, y Bacri siempre está bien, en un rol bastante ridiculizado que suena a autoparodia. La directora también permite que cada escena respire y progrese en su propio tiempo, mediante un sabio uso de los planos secuencia. Esta experimentada guionista, actriz y directora, que ha colaborado en los guiones de las películas de Alain Resnais, es también música -aspecto que ya desplegó en Como una imagen- y aquí brinda una banda sonora tan variada como exquisita, que va desde Haendel y Schubert hasta Georges Brassens.