Retrato imperfecto
Nada más adecuado que exponer en el rodaje de un documental sobre una figura pública -en este caso la escritora feminista Agathe Vilanova (Agnés Jaoui)- devenida candidata política las reflexiones acerca de la construcción o el retrato de un personaje. Esa frontera entre lo pensado por el prejuicio, por la percepción del otro y también por el deseo de ver al prójimo es la que se juega, a cada minuto, en Háblame de la lluvia, tercer opus de la directora y actriz Agnés Jaoui, quien escribió el guión -como es habitual en ella- junto a su marido Jean-Pierre Bacri.
Film coral como sus otras dos películas, la realizadora explora los caminos del inconformismo de la clase burguesa a partir del meticuloso tejido social, circunscripto en la dinámica de una familia junto a su entorno. Por reflejo llegan a este boceto ( porque no alcanzan a ser verdaderos retratos) de personajes factores externos como la situación racial y social en la Francia de Sarkosy con un fuerte contenido de crítica política, aunque sin caer en lo coyuntural.
Lejos de apelar al básico derrotero de seguir los pasos de un político en campaña, acompañado por un grupo de documentalistas (Jean-Pierre Bacri y Jamel Debbouze), la riqueza de la trama consiste en el retrato imperfecto sobre el personaje a partir de la divergencia entre lo que se dice, lo que se ve en la cámara y lo que se descubre en la intimidad. Sin embargo, el espectador ocupa el lugar de observador en el tiempo y el espacio en que el relato avanza y va incorporando una serie de subtramas hasta conectarse con un racimo de personajes que completan el cuadro.
Así, detrás de la máscara de la escritora feminista emanan su crisis de pareja con un hombre demandante; su rivalidad con una hermana (Pascale Arbillot), que vive junto a su esposo e hijos en la casa materna en un pueblo del sur de Francia; sus miedos por entrar en el terreno de un ámbito desconocido como la política, entre otras razones.
Con una mezcla interesante de elementos dramáticos y ligeros toques de comedia, la directora de Como una imagen confirma a partir de esta película su capacidad de describir personajes, aunque con ciertos vicios literarios, así como de manejar la cámara sin el corset del formalismo.