«Hacer la vida» presenta anhelos y secretos ocultos muy profundos de un grupo de personas que vive en un mismo edificio de Buenos Aires. Luci (Bimbo Godoy) quiere independizarse de su madre (Luisa Kuliok) para irse al sur con Mike, su hijo quien dejó de hablar hace un tiempo. Lorenzo, un tipo que parecía muy solitario, con una vida tras las sombras que guardaba con mucho cuidado, desea intensamente a La Rusa. Una ucraniana, llamada La Rusa (Raquel Ameri), está buscando un futuro mejor en Buenos Aires, esperando el arribo de su marido que nunca llega. Mercedes (Florencia Salas) tiene el mismo objetivo, estando entre la decisión de finalmente si da o no en adopción al hijo que espera. Gaby (Luciana Barrirero) quiere triunfar como bailarina, mientras que Mariano (Joaquín Ferrucci), su novio, se prueba su ropa. Mónica (Victoria Carreras) quiere tener un bebé para que su vida tenga otro sentido.
Son todas historias muy distintas pero que caen en el mismo propósito: mostrar la angustia individual pero que es compartida de forma colectiva. Historias tan diversas, envueltas con una burbuja de sensaciones (y reacciones) inverosímiles.
Gran parte de las escenas transcurren en el edificio, creando una puesta muy teatral. Un drama con historias entremezcladas que coinciden en una suerte de conventillo. El guion es una ensalada de supuestas «problemáticas actuales» y estereotipos de todos los tiempos.
Centraliza temas como la moral, la angustia y la discriminación, cuestiones que forman parte del día a día y la manera de relacionarse para con el otro, cotidianidades que el film trata de acentuar desde una visión particular ante una narración dispersa con nada de sensibilidad. Si bien es el foco que quiere subrayar, no lo consigue. Dicen que menos es más pero, en este caso, la factura técnica solo deja claro que podrían haberse tomado mejores decisiones; una buena idea pero que finalmente el trabajo no coincide con el logro.
La película presenta a un elenco destacado, liderado por Luisa Kuliok y con una participación magistral en conjunto con Bimbo Godoy. Por otra parte, tiene varias tramas para seguir, sucediendo todas al mismo tiempo. Todos los personajes tienen una problemática bien marcada, pero parecería no completarse cada arco narrativo al concretar una resolución para ellos.
En síntesis, si bien el objetivo de la historia se sobreentiende, el relato pierde fuerza. La gran mayoría de las interpretaciones se sienten como una lectura mecánica sin emotividad alguna, siendo abusando por momentos de la exposición en más de una ocasión. Deja al descubierto los deseos escondidos y los anhelos por alcanzar para tener «la vida deseada», para así exponer el escenario urbano bonaerense y ese sueño que está lejos, cada vez más lejos.