Se estrena comercialmente el jueves 9 de abril en Cine.Ar TV (jueves 9 de abril a las 22 / sábado 11 de abril a las 22) y en la plataforma Cine.Ar
Una inmigrante ucraniana que fue campeona de natación en su país pero en Argentina se gana la vida precariamente vendiendo café, entre otros lugares, en una pileta a la que no puede acceder. Una joven empleada doméstica tucumana embarazada por el novio y, a raíz del incidente, echada a la calle por su patrona. Una bailarina que sueña con encarnar el papel de Odette en una puesta de El lago de los cisnes en el Teatro Colón en la que no tiene demasiadas posibilidades. Una madre soltera con un hijo autista que tuvo que volver a vivir con su madre viuda y vidente que la menosprecia. Una mujer casada y mayor que sueña con el hijo que jamás pudo tener. Todas ellas integrantes de una galería de personajes tristes y desangelados que protagonizan Vivir la vida, una historia coral cuyo denominador común está dado por el edificio antiguo que es la locación principal donde estos personajes viven y circulan.
Estamos ante una muestra de costumbrismo con una exacerbada dosis de patetismo y personajes unidimensionales y estereotipados. Seres sufrientes que además se tratan de maneras horribles, casi siempre con fines egoístas, utilitarios y con frecuentes muestras de agresividad y desprecio o condescendencia y algunas pocas veces con alguna muestra de solidaridad como el caso de la inmigrante ucraniana con la joven embarazada. Los personajes masculinos en roles secundarios tampoco tienen un tratamiento diferente y se mueven entre la frustración del novio de la bailarina que se viste con su ropa cuando ella no está, la soledad del zapatero con inclinaciones al masoquismo o la impotencia del marido para consolar el dolor de su esposa ante la imposibilidad de tener hijos.
La dirección actoral es por lo menos errática y despareja donde algunos recitan sus líneas lánguidamente y sin convicción, mientras otros se entregan al desborde emocional sin que nadie los contenga. Actuaciones de esas que se tiende a calificar de teatrales en el peor sentido que se da a esa palabra en ese contexto, poco creíbles y antinaturales. Hay que admitir que no lo tienen fácil sus actores y actrices con sus diálogos inverosímiles y situaciones tiradas de los pelos. Curiosamente una de las que muestra mayor naturalidad y mejor parada sale es Bimbo Godoy que interpreta a la madre soltera y tiene que lidiar con situaciones absurdas como una entrevista laboral con el dueño de un prostíbulo, escena inverosímil desde un principio y que termina en un completo divague, y también una anécdota que involucra a Mick Jagger que no vamos a adelantar.
La realizadora y guionista Alejandra Marino completa con este su quinto largometraje entre documentales y films de ficción. Carente de sutilezas en su afán melodramático y sensiblero, recurre a veces a momentos de humor no muy logrados como para aliviar el continuo flujo de frustraciones y desgracias. Hacer la vida parece por su puesta y su propuesta un exponente de un cine argentino de hace por lo menos cuarenta años, no por una visión nostálgica o voluntad revisionista, sino por caer en vicios y torpezas que a esta altura parecían superados.
HACER LA VIDA
Hacer la vida. Argentina. 2019
Dirección: Alejandra Marino. Reparto: Luisa Kuliok, Victoria Carreras, Raquel Ameri, Florencia Salas, Bimbo Godoy, Luciana Barrirero, Darío Levy, Pablo Razuk, Joaquín Ferrucci. Guión: Alejandra Marino. Fotografía: Marina Russo. Montaje Liliana Nadal. Sonido y Música: Pablo Sala. Dirección de Arte: Lucía Onofri. Producción Ejecutiva: Jorge Rocca. Duración. 103 minutos.