Vivir como se filma y filmar como se vive
Hachazos es un documental de Andrés Di Tella sobre Claudio Caldini cuyo resultado es un film hecho en colaboración con Caldini, donde conviven dos estéticas diferentes que responden a la misma creencia de lo que piensan y sienten, que es el cine.
No es casual que Di Tella y Caldini se conocieran durante la filmación de “Autogeografía”, una performance de Minujín de 1976, una marca respecto de la relación del arte con la vida.
Ambos adhieren a que en el cine como en todo hecho artístico, la historia personal, su autobiografía, se encuentra homologada en la creación.
En Hachazos se percibe todo el tiempo una tensión entre el sujeto social y el sujeto textual, una pugna entre representación y construcción, realidad y lenguaje. Lo que posibilita un doble juego entre dos sistemas de lógicas antagónicas: realidad y discurso, vida y obra, que no es ni un reflejo genético de su biografía, ni una ilusión referencial, sino que surge de cruces lingüísticos y culturales sumado a un proyecto creador.
Siguiendo a Foucault, en su texto "Las palabras y las cosas" (1985), donde se sostiene que “…el pensamiento en su forma más matinal, es en sí mismo una acción, un acto peligroso.” Aplicado a Caldini, revelaría que como autor no sólo actúa sobre la realidad mediante su obra sino por ende sobre su vida.
Llevar toda su obra que es toda su vida dentro de una vieja valija de cuero comprada en la India es más que significativo a la hora de pensar la obra de Caldini y el deseo de Di Tella de analizar mediante este multifacético proyecto su propia relación con el cine.
Hay sobradas razones para este proyecto, implícitas y explícitas, personales y colectivas.
Caldini es un sobreviviente de un grupo de “antiguos combatientes del cine experimental”, los cuales no han sido relevados en la historia de nuestro cine, y su obra en particular ha sobrevivido todo tipo de avatares guardada dentro de una valija.
Dentro del film hemos podido disfrutar de algunas tomas, que como todo film en super-ocho obliga al artista a realizar su propia proyección, ya que no permite copias. Hasta el soporte y su imposibilidad acentúan la relación de la obra con la vida.
Ver filmar a Caldini es ver al cine siempre como un experimento cinematográfico, como un acto lúdico, que remite siempre a sí mismo y al mundo que en ese instante lo roza. Un niño que viene jugando hace cuatro décadas luchando como ha podido, con el contexto social y político, que lo ha rodeado, sin claudicar.
Di Tella desentierra esta historia, esta persona y esta obra, que comenzó con el juego de un auto=entierro más de treinta años atrás.
Espero, que estos restos de vida renazcan con la fuerza suficiente “Porque hoy nací”, como dice la canción, para que estos cineastas en general y Caldini en particular ocupe el lugar, que se ha ganado hace tiempo y pueda continuar trabajando con el poético registro de su subjetividad.
Un documental para reflexionar sobre quçe es el cine, y de hecho para disfrutar.