El cuchillo bajo el agua
Como olvidar esa épica secuencia final con el Dr. Samuel Loomis (Donald Pleasence) inmolándose y haciendo volar el hospital en el que Michael Myers y Laurie Strode habían transitado la más digna secuela del clásico de John Carpenter.
Con esa última imagen como referencia casi obligada, pero con la ventaja de haber comenzado de nuevo y pudiendo dejar atrás todo lo recorrido, Rob Zombie propone una Halloween II que ya no es remake, sino secuela de su punto de vista sobre la saga. Es decir, otra película con el mismo título pero con vida propia, borrón y cuenta nueva. Y ahí está el problema.
Porque Zombie, que ya en 1000 Corpses demostró que sabe manejar la estética del género del terror e imprimirle cierto vértigo posmoderno y crueldad para consumo masivo, optó por una mirada que mezcla dosificadas y certeras cuotas de ultraviolencia con escenas que parecen salidas de un cuento de hadas bizarro y rematadamente tontuelo.
El relato da inicio en los momentos inmediatamente posteriores a donde finalizó el film anterior, con el retardado Michael saliendo de la ambulancia que llevaba su supuesto cadáver a la morgue. Un mar de asesinatos sanguinarios y el muchachote de más de dos metros llega a su pueblo natal.
Pero hay un componente extra, fantasmagórico, una realidad paralela que transcurre en la perturbada mente de nuestro personaje excluyente y que tiene que ver con su madre muerta y con él mismo, como el fantasma de su niñez. Además, claro, tenemos a Laurie en versión Scout Taylor-Compton, perseguida y traumatizada por una revelación que no depara sorpresa alguna para quienes conocemos la saga original.
El film presenta buenas secuencias de terror slasher, de violencia cruda, las cuales, por las malas artes de una vuelta de tuerca indefendible, el amigo Rob Zombie las transforma en el breve nexo entre esperpénticas apariciones con visos paranormales y un caballo blanco como metáfora berreta. Otra que Eliseo Subiela.
Por otro lado, lo peor del asunto llega con el final, remanido y de obvia puerta abierta a una continuación, además de que incluye la ruptura de la magia que implica el desenmascarar a un villano que guarda(ba) su mayor atractivo, precisamente, en el anonimato y el misterio de su rostro insondable.
Bonus Track
-La participación de Malcom McDowell como el psiquiatra Loomis le suma al film, más allá de lo sobreimpreso de su perfil freak. Hasta resulta una forma simpática de guiño a su torturado e icónico papel en Clockwork Orange, donde era maltratado, precisamente, por esta rama de la medicina.
-Rob Zombie ya está trabajando en otra secuela de la saga, pero en formato 3-D, con miras a ser estrenada en 2011.