Halloween kills

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

En plan «piloto automático», el nuevo episodio de la saga creada por John Carpenter continúa donde terminó la anterior –con el pueblo entero persiguiendo y tratando de detener a Michael Myers– y deja todo servido para su supuesto cierre, en 2022.

Asumamos que HALLOWEEN nunca acabará. No me refiero al festejo –eso ya se ha internacionalizado a un punto irreconocible para los que tenemos cierta edad y seguirá mientras siga existiendo la civilización occidental– sino a la saga de películas que inició John Carpenter en 1978. Estuvieron las secuelas originales, otras secuelas que llevaron el asunto hacia otros territorios, luego otras nuevas que armaron un línea temporal paralela y, para agrandar la familia, la versión de 2018 –llamada HALLOWEEN por tercera vez, para agregar confusión– funciona como secuela directa de la original, haciendo caso omiso de todo lo que sucedió antes. Es decir, hay nueve películas que según esta lógica habría que tirar a la basura. O no. Ya saben. Esta idea del «multiverso» hoy permite justificar cualquier error y dejarlo allí, comatoso, en un limbo eterno en el que convive con alguna mala versión de LOS CUATRO FANTASTICOS o algún error en la saga X-MEN del que nadie se quiere hacer cargo, entre otros cientos de films que jamás deberían haber existido.

Lo principal pasa por el hecho que la HALLOWEEN de 2018 tuvo dos o tres grandes diferencias con las anteriores. Es la primera película desde HALLOWEEN III de 1982 que tiene a John Carpenter como productor ejecutivo y «advisor» –aparentemente convencido por las ideas del nuevo equipo armado por la productora Blumhouse–, cuenta con un director de talento, prestigio y que ha probado saber manejarse en muchos géneros diferentes como David Gordon Green y marcó el regreso –también, desde esa película de 1982– de la protagonista original, Jamie Lee Curtis. Pero lo más importante pasa por el dinero: la película fue un gran éxito de taquilla, casi a la altura de la original si uno ajusta por inflación. Y al dinero nadie se le niega. Ergo: habemos una nueva trilogía de la que HALLOWEEN KILLS es su segunda parte.

Todo lo que se puede contar de la trama es que tiene la estructura de «película de persecución» y que funciona a medias, tentativamente. Arranca apenas termina la anterior, con Laurie Strode (Curtis), su hija Karen (Judy Greer) y su nieta Allyson (Andi Matichak) habiendo sobrevivido al fuego que, suponen, dejó liquidado a Michael Myers (el asesino de la máscara por si alguno llega a la saga recién ahora). Pero es claro que nada de eso ha pasado. El tipo sale del medio del fuego como si nada –bah, un poco con la máscara tostada–, liquida a una docena de policías que lo confunden con un sobreviviente y vuelve a estar suelto en otra noche de Halloween.

A la par, hay un flashback que permite ver que el policía Frank Hawkins (Will Patton en la actualidad), pudiendo haber matado a Michael allá por 1978, decidió capturarlo, encerrarlo y hoy sobrevive con las consecuencias de esa decisión. En tanto, Tommy Doyle (uno de los sobrevivientes del film original ahora interpretado por irreconocible Anthony Michael Hall) está dispuesto a hacer lo necesario para evitar que el hombre vuelva a atacar, iniciando algo así como una turba en el pueblo de Haddonfield para liquidarlo como sea. Y Laurie, herida en el film anterior, se pasa gran parte del film en un hospital, seguramente la decisión más cuestionable de todo la película: tener a Jamie Lee Curtis y no hacer casi nada con ella.

Usando la misma estética del film anterior, que homenajea el tipo de planos, cortes, fotografía y estilo de la original (la música del propio Carpenter ayuda y mucho a crear el clima adecuado para una nueva saga que tiene mucho de retro), HALLOWEEN KILLS pondrá a un grupo en la caza de Michael y a otro, digamos, siguiendo a un sospechoso equivocado (tengamos en cuenta que no solo su cara es conocida por pocos, sino que en esta «línea de tiempo» es un criminal que atacó hace 40 años, estuvo encerrado el resto del tiempo y no es tan célebre). Y eso es más o menos lo que pasa aquí.

Esta estructura doble (o triple, si sumamos a Laurie y Frank en el hospital) sirve para poner en juego uno de los ejes que Gordon Green, su coguionista Danny McBride y la compañía «prometen» en torno al film: una suerte de crítica a la justicia por mano propia, una idea de que el terror existe en tanto las comunidades vivan con un permanente estado de temor y que no se irá nunca si esa cultura de mirar al de al lado con desconfianza no desaparece. Es un concepto que se desaprovecha y contradice un poco a lo largo de la trama –ya verán cómo y porqué–, pero es una idea interesante, aunque un tanto «cerebral», que habilita otra posible conclusión.

POTENCIALES SPOILERS EN ESTE PARRAFO

De algún modo, esa conclusión ligada a que «el monstruo existe ya que es una manifestación de nuestra cultura del miedo» permite entender a Michael Myers menos como una persona todopoderosa que soporta cualquier tipo de violento ataque hacia él (aquí le disparan varias veces, lo balean, le clavan cuchillos y nada) sino a una suerte de manifestación física e intercambiable de ese terror. La interpretación es menos psicologista que en los primeros films y está muy alejada de las cuestiones místicas que aparecieron en las secuelas. Trabaja la idea de Myers como una construcción, digamos, sociológica, más cercana al concepto del Mal que existía en TWIN PEAKS que en un personaje concreto. Así, Myers es alguien que sobrevivirá mientras sobreviva esa cultura. De hecho, cada vez que se le cae la máscara (bastante quemada en esta oportunidad), Gordon Green evita mostrar su cara, como si podría ser intercambiable o, literalmente, cualquiera.

FIN DE SPOILERS

Más allá de esos análisis –que huelen demasiado a cierta «actualización» propia de la corrección política–, HALLOWEEN KILLS funciona en plan «piloto automático», un segundo episodio armado para trasladar los acontecimientos de un lado a otro para lo que, se espera, sea un más contundente final. Sí, hay mucha sangre y una de las mayores cantidad de muertos por minuto en toda la saga, pero eso es secundario. Gordon Green y compañía hicieron un film relativamente sencillo en cuanto a estructura pero que no deja de ser funcional y de servir, tras un violento e inesperado final, como «primer plato» para el cierre de esta trilogía en 2022. Bah, de esta etapa de la seguramente interminable saga.