Empecemos por aclarar que no creo que las críticas tan negativas que Halloween Kills recibió estén tan justificadas. Que es una película que no funciona como un todo cohesivo es evidente. Que se parece más a un slasher muy violento y bastante efectivo que a una película de la saga Halloween también es cierto. Y también que es despareja y cuestionable ideológicamente. Todo esto es así.
Pero no es lo único que hay. La primera mitad es una sangrienta y feroz muestra de todo lo maligno y perverso que Michael es. Y acá está multiplicado a la enésima potencia. Matar, de todas las formas habidas y por haber a un grupo numeroso de policías ingenuos es una fiesta para todos los que amamos el gore más extremo. Y esto es solamente el comienzo.
Hasta se podría decir que hay una pizca de humor negro, socarrón, en un espectáculo tan desmesurado. Después, van a venir muchos otros más. De hecho, no recuerdo ahora otra película de terror que tenga tantas muertes sin parar. Digamos que esta primera mitad se podría llamar “El show de Michael Meyers”. Es casi una película en sí misma.
Halloween Kills comienza exactamente con el final de la entrega previa, cuando Laurie, su madre y su hija creen haber matado a Michael incendiándolo en su casa-bunker. Claro que se salva: esta vez gracias a los bomberos que van a apagar el fuego sin sospechar siquiera con qué se van a encontrar. Mejor no hubieran ido.
Los problemas comienzan en la segunda parte. Por empezar, cuando los lugareños se enteran de que Michael está en Haddonfield una vez más, y no para saludarlos. Frustrados y desilusionados porque la ley no ha podido matarlo nunca, entonces se organizan para hacer justicia por mano propia. Cueste lo que cueste. Incluso la muerte de inocentes.
Es aquí donde el discurso del film es ambiguo – en el mejor de los casos. Porque en ciertas instancias pareciera que respalda la justicia por mano propia y, por ende, también la decisión de los lugareños – que conforman esas turbas que mataron a Frankenstein, al único sobreviviente de Night of the Living Dead y, peor aún, a las que existen hoy en día en la vida real, fuera del cine de terror, que linchan y matan en tantos países.
Porque esta vez David Gordon Green parece no preocuparse en que el guión tome una postura clara, a favor o en contra, y que al menos la fundamente. Así sería más honesto. Tal como está, es cuando menos, irresponsable.
Que Jamie Lee Curtis parezca haber envejecido cien años desde la película anterior es medio risible, pero tampoco es para rasgarse las vestiduras. Ahora, otra cosa es que su personaje tenga un protagonismo tan acotado. Y que en vez de desesperada, parezca que está loca de remate. La sub trama pseudo amorosa con el sheriff es puro relleno y corta el registro de la película – para mal. De orgánica no tiene nada.
Son los últimos quince minutos del final cuando Halloween Kills gana impulso otra vez y hasta se vuelve a permitir un toque de humor negro. Me hizo acordar a las primeras Friday the 13th, en las que lo trash, lo grosero y el mal gusto las hacia tan entrañables. Solo que esta vez el presupuesto es mucho más alto. Me gustó mucho volver a ver eso en Halloween Kills. Y también creo luego de la matanza de los policías, las escenas siguientes en la reunión en el bar-pub se sienten ominosas, con cierto suspenso, bien interpretadas. Dicho de otro modo, el recuento del legado de Michael está narrado con una loable economía narrativa y el tono justo.
Con expectativas moderadas, Halloween Kills es moderadamente disfrutable y entretenida. También es formalmente destacable, con la fotografía y el diseño de sonido en primer lugar. Diría que es para verla a la medianoche en la comodidad del sofá, con una cerveza de por medio. No es un mal plan.