Estirar la agonía de una franquicia que se queda sin fuerza
Michael Myers vuelve, de nuevo, a acechar Haddonfield en la segunda parte de las tres películas que presenta David Gordon Green.
La franquicia de Halloween que comenzase allá por 1978 y que fuera dirigida por el gran John Carpenter sigue escribiendo capítulos y luego del reboot/remake/secuela que fue la Halloween de 2018 de David Gordon Green el futuro del asesino más célebre de hollywood parecía tener un futuro promisorio y así se ganó su propia secuela con Halloween Kills, el segundo capítulo de esta historia que culminará el año próximo con Halloween Ends (2022) dando cierre a la, por ahora, historia secuela oficial y avalada por el propio Carpenter. Pero ahora bien, ¿de qué va esta secuela? bueno, retomando en donde terminó la película anterior, con The Shape encerrado en una trampa casera diseñada por Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) y que junto a su hija (Judy Greer) y nieta (Andi Matichak) creían haber terminado con él para siempre, Michael logra escaparse (cuando no) del infierno enjaulada en el que estaba. Una vez liberado, no es spoiler porque bueno… siempre pasa, Michael irá en búsqueda de las tres mujeres Strode para terminar de una vez y para siempre con lo que empezó allá por el ‘78. Al mismo tiempo, la gente de Haddonfield decidirá tomar cartas en el asunto para que este fenómeno deje de aterrorizar al pueblo y unirse para detenerlo. ¿Podrán?
Luego del primer paso fuerte de la Halloween de 2018 las ilusiones de una secuela a la altura eran inconmensurables por la calidad técnica de su puesta en escena y por decisiones estrictamente argumentales que proponían un regreso a las bases de la cinta original y no tanto a la de las olvidables y numerosas continuaciones. Pero nuevamente Halloween se choca contra la pared de su propio legado y, una vez más, vuelve a caer en la trampa del envión principal (igual que sus fanáticos) y termina otorgando una película que hace agua por todos lados a nivel argumental y que sus puntos altos son demasiado puntuales y escasos dentro de una película de casi dos horas de duración. Comenzando con estos buenos elementos está bueno destacar el nivel de gore utilizado en las muertes, algo casi impropio para la franquicia pero aggiornado a los tiempos que corren, hay una muy buena utilización de efectos para visualizar de la mejor manera cada una de las muertes y eso es muy valorable. También, el director junto con los guionistas, apuestan a revivir parte del lore que tiene la franquicia trayendo personajes de la original y convirtiéndolos en elementos sustanciales de ésta, incluso cambiando algunas de las cosas que se conocían de aquella primera entrega y redefiniendo algunas cuestiones de la psicología de estos personajes tan queridos y entrañables para algunos.
Esa búsqueda, en pos de elevar la obra propia, es válida y es riesgosa pero en este caso sale bastante mal porque parte de una premisa que los que pensaron la cinta parecieron obviar, no es interesante. Ahí está el mayor problema, el desarrollo de la cinta se da en un caos general de personajes a los que no queremos ni un poco, no nos interesan si mueren o viven, ni sus motivaciones. Al hacer foco allí, el espectador puede gozar más o menos de lo que ve, pero el interés es casi nulo y más aún cuando esos personajes abren la boca y tienen algunos diálogos que son tan insulsos y ridículos que el verosímil, bastante amplio, de la saga se rompe por completo y producen más risas que sustos o incomodidad. Imperdonable. Todo ese cúmulo de situaciones tiene su momento más concreto cuando promedia el segundo acto hasta el desenlace del tercero en donde todo lo construido se va por la borda en un conjunto de escenas y momentos que parecen extraídos de una película parodia.
Las actuaciones van de la mano con toda esta situación y los únicos dos actores que logran destacarse poco y nada tienen que ver con la historia central. Scott MacArthur y Michael McDonald son los grandes ganadores de una película en donde todo el resto es bastante desastroso. Incluyendo a la propia Jamie Lee Curtis que sólo se ve una pizca de su talento en el género al final de la película en forma de promoción para una tercera, anticipando lo que será una especie de combate final contra Michael pero nada más. El resto es totalmente olvidable.
Halloween Kills es una secuela totalmente corporativa y empresarial que nada tiene que ver con la película original y bastante poco con su entrega anterior. El futuro determinará qué es lo último que queda por contar de Michael Myers y Laurie Strode pero lo averiguaremos el año próximo cuando ésta lucha titánica llegue a su fin en Halloween Ends. Ojalá que muestren su mejor cara.