Halloween: La noche final es una película extraña ya que funciona como una continuación de las entregas previas, gestadas por la productora Blumhouse, pero al mismo tiempo elabora un reboot dentro de la trilogía.
Todo el conflicto que vimos en la anterior, con la rebelión popular, lo tiraron al tacho de basura y tras un salto temporal de cuatro años la conclusión toma un camino diferente.
Cuando pensamos que la saga ya no podía caer más bajo después del contenido de estupidez que brindó la última producción, Danny McBride y el director David Gordon Green levantan la apuesta de mediocridad con la presentación del sidekick de Michael Myers.
Una especie de Dick Grayson psicópata que aparece de la nada misma y busca que el villano lo instruya en el oficio del asesino en serie con el fin de continuar su legado.
El problema es que el Robin de Haddonfield se enamora de la nieta de Laurie Strode y ella desconfía del muchacho que tiene algunos problemitas.
Esa es la excusa chapucera que crearon para justificar el enfrentamiento final entre los dos personajes clásicos.
De las tres producciones que desarrolló Blumhouse con la franquicia esta es la peor de todas y se nota que los realizadores tiraron la toalla y se la sacaron de encima para cumplir un contrato.
Nunca tuvieron un arco argumental bien planificado y lo fueron armando a medida que le daban luz verde a las continuaciones.
De hecho, no es necesario tener vista las anteriores para seguir el conflicto ya que el argumento va por otro lado.
Inclusive la versión de Laurie que interpreta Jamie Lee Curtis tiene muy poco que ver con lo que fue su trabajo en el primer capítulo de la trilogía.
En esta entrega cuenta con una personalidad más sociable y parece jaber superado las tragedias del pasado.
Salvo por la secuencia inicial que introduce al Robin psycho y maneja de un modo decente el suspenso, el resto del film carece de tensión y las secuencias de violencia son penosamente genéricas.
Michael esta vez tiene un rol mucho más limitado y la verdad es que el duelo final con Laurie se trabajó mejor en Halloween 20, de 1998.
La pelea en esta ocasión es redundante y cuenta con un epílogo ridículo que está en perfecta sintonía con el contenido de estupidez que prima a lo largo del film.
Resulta evidente que la hicieron sin ganas y sobresale entre las peores producciones de la franquicia.
Cabe destacar que los mismos realizadores de esta bazofia ahora van por la continuación de El Exorcista que tendrá a partir del año que viene su trilogía Blumhouse.
Todos a los botes.