Y sí, un rato (largo) para que veamos la pelea de fondo Michael Myers-Laurie Strode, en último y definitivo -y sangriento- combate después de 45 años de dar vueltas por ahí. Los pros: momentos bien filmados, bien hechos, que permiten cierto entretenimiento. Los contras: otra vez sopa con una historia colocada para inflar una trama que solo se justifica por una secuencia. El realizador David Gordon Green es un director de calidad, o lo fue hasta que decidió -con Danny McBride, comediante- dar su visión definitiva del mito creado por John Carpenter (nunca jamás igualado). Pero como suele ocurrir con las remakes del cine del gran realizador de El enigma de otro mundo (y hemos visto otra The Thing, otra La Niebla, etcétera) es que no lo entienden y todo se reduce a “mirá cómo el pequeño pueblito teme a la llegada de un Mal que los castiga por sus pecados sin ningún remordimiento”, cuando en realidad Michael Myers es otra cosa no solo como ejercicio filosófico (la idea de que al mal se le ganan batallas pero solo al final la guerra) sino estilístico (Halloween, la original, incluso con sus crímenes, es una película poco sangrienta, más cercana a Psicosis que al gore). Gordon Green vuelve a caer en el “fan service” (hacer lo que un fan espera) sin construir una película de verdad, o un mundo.