El Mal que nunca muere.
Corría el año 1978 cuando el realizador, guionista y músico norteamericano John Carpenter redefine los patrones en el género del cine de terror con su película Noche de Brujas (Halloween). Creador también de la aterradora banda de sonido, Carpenter filmó una clásica historia de miedo, con el despiadado asesino serial de niñeras Michael Myers a la cabeza, siguiendo los códigos dentro del subgénero Slasher (ese donde se asesina adolescentes indiscriminadamente por sus pecados sexuales) y logrando un gran virtuosismo tanto narrativo como técnico. La producción se filmó en 12 días y contó con un presupuesto irrisorio de $320.000 dólares, aunque esto no impidió darle un importante nivel de calidad a la cinta, que con los años se transformó en icónica y un modelo a seguir para futuros realizadores que luego incursionaron en el género. La protagonista del relato es Laurie Strode, una inocente y virginal joven estudiante, que trabaja cuidando niños para poder pagar su futura carrera universitaria, papel que fue interpretado por Jamie Lee Curtis, hija de dos notorios actores hollywoodenses, el gran Tony Curtis y Janet Leigh, la mujer que es asesinada en la ducha en el clásico Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock. Carpenter la tomó como punto de referencia para crear todo el clima de suspenso que acompaña a su Noche de Brujas. Jamie se transformaría gracias a este papel en la Reina del grito y la Final Girl (la chica inteligente que es la ultima sobreviviente de la matanza) por excelencia.
La trama de Noche de Brujas comienza con un plano subjetivo (dónde nos ubicamos como espectadores en el punto de vista del niño Michael Myers, que asesinara brutalmente a su hermana vestido de payaso) filmado sin cortes. Es una presentación tan brutal como contundente del relato por parte de Carpenter, que nos irá poniendo en clima. Luego Michael será internado de por vida en una institución mental, pero al alcanzar la mayoría de edad escapará a las calles para reanudar impiadosamente su pulsión por matar. De todas maneras, la historia nos irá mostrando que Michael no es un maníaco más: es la misma personificación del Mal más absoluto y su destrucción parece imposible. Y así será a través del tiempo, hasta llegar a la aparente última película de la franquicia, Halloween: La noche final (David Gordon Green, 2022) nuevamente protagonizada por Jamie Lee Curtis, enfrentándose a Myers después de nada menos que 44 años.
Han pasado 4 años desde los acontecimientos que se desarrollaron en Halloween Kills (2021), donde la hija de Laurie, Karen, fue asesinada por parte de Myers. Tras esta terrible tragedia familiar, ella trata de olvidar su espíritu de venganza y decide vivir más tranquila junto a su nieta Allyson (Andy Matichak), que ha perdido a sus padres y es enfermera. Todo parece más en calma en la pequeña ciudad de Haddonfield, los crimenes quedaron atrás y hasta Laurie se permite volver a enamorarse del sheriff local (Will Patton), pero esta aparente sensación de paz resulta ser sólo una ilusión. La región parece maldita y el inmortal Michael Myers volverá a acechar desde la más siniestra oscuridad.
Halloween Ends es la tercera y última parte dentro de la nueva trilogía dentro de la historia original, producida por John Carpenter y Jamie Lee, que se completa con las películas Halloween (2018) y Halloween Kills y todas filmadas por el realizador David Gordon Green. Este nuevo renacer de este milenio de la saga logró acercar a nuevas generaciones al cine de terror, pero sin embargo con un contenido mucho más recatado respecto a escenas sexuales. Entonces, sin pecado ya no hay más castigo y la muerte se vuelve sin razón, casi mecánica y carente de contexto. La sangre mancha las calles de Haddonfield y esa será su eterna maldición. Sólo la presencia de Laurie (una grandiosa Jamie Lee Curtis), pertrechada de su entrega y valentía, quizás sea lo único que se necesita para terminar con el Mal que vive en su pueblo y parece no morir jamás.