Borrón y Matanza nueva
Jamie Lee Curtis regresa a su icónico personaje Laurie Strode, en la confrontación final con Michael Myers, el hombre-monstruo, quien la ha perseguido desde que escapó de la matanza de la noche de Halloween hace cuatro décadas. Esta nueva entrega de “Halloween”, se presenta como secuela directa de la original de 1978.
Por otra parte, John Carpenter (creador de la original) esta vez ha supervisado y producido, pero también ha vuelto a reimaginar su mítica banda sonora.
La música es a veces la gran protagonista del film e indudablemente uno de los sellos del género. Los títulos al estilo retro son atractivos y un elemento más que nos hace revivir aquella versión original.
Jamie Lee Curtis da un reinicio inesperado, puesto que su personaje Laurie murió al principio de “Halloween: Resurrection”, la octava entrega, pero nada de lo ocurrido en las siete secuelas anteriores cuenta para esta ocasión, ya que “La noche de Halloween” aplica la fórmula de borrón y cuenta nueva.
Laurie Strode lleva 40 años viviendo traumatizada, preparándose para enfrentar a Myers, cara a máscara. A tal punto la domina ese trauma que se ha vuelto alcohólica, la tratan de loca, se convirtió en un estigma y dejó de ser víctima. Su casa es como una fortaleza diseñada para defenderse ante cualquier ataque, bien podría decirse que “ha construido su propia cárcel” lógicamente con el fin de protegerse, y guiada por el miedo; lo que resulta una paradoja ya que Myers también está encerrado, no en una cárcel sino en un hospital psiquiátrico. Laurie vive en constante estado de paranoia y ya se ha divorciado dos veces.
Su pasado traumático ha influido en la forma de criar a su hija Karen (Judy Greer), que ha construido un muro entre su familia, incluida su hija adolescente Allyson (Andi Matichak).
El predecible momento del comienzo de la aterradora noche de brujas llega y Laurie está más preparada que la policía, pues el traslado de Michael Myers de un manicomio a otro es la oportunidad perfecta para su escape y su inminente llegada a Haddonfield.
El film contiene todos los ingredientes esperados, desde su original música, la excelente interpretación de Jamie Lee Curtis (lo mejor de la película), una fiesta de disfraces de adolescentes, una niñera que luego de acostar al niño es visitada por su novio, un pueblo desolado en plena oscuridad y todo un arsenal de policías trabajando en pos de salvar a los habitantes del asesino suelto; sin embargo la presencia del psiquiatra que analizó a Myers durante años e intenta comprender su mente criminal, quizás en un intento, si se quiere, de humanizar al asesino, de hecho quiere verlo en acción para de alguna manera, obtener éxito en su labor.
Existen dos subtramas, la educación de la hija de Laurie o el vínculo entre psiquiatra y paciente que podrían haberse desarrollado de otra manera y lograr así cierto grado de dramatización, profundidad o sustento en lo que a guion se refiere.
No obstante, los fanáticos de Halloween, que esperan una matanza sangrienta, quedarán muy satisfechos con esta nueva entrega y saldrán “horrorizados” de la sala.
Cabe aclarar que el manejo del suspenso le gana al terror y así logra mantener conformes a toda una generación de cinéfilos, espantados, con el mismo vértigo a la nada y el de la muerte frente a un hombre-monstruo o bogeyman, que se vale tan sólo de una máscara sin expresión y sin haber pronunciado siquiera una palabra; esto era la genialidad de la original Halloween.
Queda claro entonces que “el mal sobrevive, aunque sea en forma de trauma.”