40 años atrás, John Carpenter dejaba una huella imborrable en el cine de género con la que sería una de las pioneras en el slasher. Aquel clásico instantáneo sugería mucho más de lo que mostraba y se tomaba su tiempo para crear la atmósfera opresiva y el suspenso necesario para que, al igual que los personajes, nos sintamos constantemente acechados. Lo que vino después fue historia conocida, Michael Myers se convirtió en uno de los asesinos más icónicos de la ficción cinematográfica, lo cual impulso a que se realizan una infinidad de secuelas de escaso interés y valor artístico, que no pudieron replicar aquello que había hecho grande a la primera.
Hoy, muy lejos de aquella primera entrega, y habiendo varios capítulos olvidables que además amenazaron y atentaron contra la coherencia y el verosímil de la saga, se estrena un largometraje que propone dejar de lado aquellas 9 historias posteriores para ser la secuela directa de la original. Una idea atractiva y osada que de haber salido mal hubiesen causado lo mismo que se plantearon las predecesoras. “Halloween” (2018) es un film dirigido por David Gordon Green, realizador de interesantes y variadas propuestas como “Pineapple Express” (2008) y “Stronger” (2017), pero también responsable de varios largometrajes menores como “The Sitter” y “Your Highness”. En esta oportunidad, Green vuelve a su mejor forma, ante todo pronóstico, para deleitarnos con una secuela intrigante, con un enfoque original en primera instancia y bastante visceral para los que estén con ansias de ver hemoglobina en la pantalla grande.
Jamie Lee Curtis regresa a su icónico personaje Laurie Strode, quien llega a la confrontación final con Michael Myers, la figura enmascarada que la ha perseguido desde que escapó de la matanza de la noche de Halloween hace cuatro décadas en la localidad de Haddonfield, Illinois. Todo permanecía en un estado de “tranquilidad” hasta que un micro que trasladaba a enfermos psiquiátricos, entre los que se encontraba Myers, protagoniza un accidente automovilístico, haciendo que el temible homicida vuelva a estar en libertad luego de 40 años. Como es costumbre, Michael acechará a los habitantes de Haddonfield y en especial buscará retomar su violento vínculo con Laurie y su familia. Su hija Karen (Judy Greer) y su nieta Allyson (Andi Matichak) al principio ven cómo Laurie parece no querer dejar atrás el pasado y cómo su creciente agorafobia no hace más que acrecentar este hecho. No obstante, más tarde se darán cuenta de que todos los miedos de la abuela fueron los que la prepararon para este momento donde se definirá quién será el vencedor de este formidable duelo.
La cinta inicia con una secuencia aterradora donde dos periodistas proceden a intentar entrevistar a Myers que en su prolongado período de cautiverio no emitió palabra alguna con ninguna persona. Es ahí donde se empieza a gestar ese clima avasallante que también presentaba la película de 1978. Luego la acción llevará a este dúo periodístico compuesto por Rhian Rees (“The Lears”) y Jefferson Hall (“Taboo”) a entrevistarse con Laurie que los recibe con pocas pulgas en lo profundo de su morada donde se encuentra altamente armada y preparada ante un posible enfrentamiento. La trama va saltando desde Michael Myers y su escape, al ámbito familiar que envuelve a Laurie. Lo interesante del relato es que a pesar de las secuelas que tiene el personaje de Jamie Lee Curtis, en ningún momento se la muestra como una víctima sino que todo lo contrario, se la ve como una mujer decidida y empoderada que quiere cerrar un capítulo de su vida. Por otro lado, resulta atractiva esa dualidad que se nos presenta en donde este enfrentamiento hace que Dr. Sartain (Haluk Bilginer) se pregunte si no se invirtieron los roles y ahora “el monstruo” no es Laurie que espera con ansias el enfrentamiento, como una especie de descenso silencioso a la locura que sirvió como forma pasajera de dejar atrás el conflicto para la protagonista.
Si bien el film no es sumamente innovador en términos de temática o de proposición de regreso de un papel mítico, sí hay que destacar que le encontraron una vuelta de tuerca al retorno de la protagonista original en ese rol de víctima convertida en personaje de acción, provocando una transformación o un crecimiento importante como personaje. Esa excusa, sumado a un tercer acto impresionante lleno de tensión y momentos de verdadero suspenso, una dirección inspirada de Green y varios guiños al film original que van desde la secuencia de títulos hasta planos calcados pero con un giro narrativo, hacen que esta nueva secuela sea una experiencia sumamente entretenida y terrorífica para los fans de la saga y, por qué no, para un nuevo contingente de fanáticos que se gesten con esta versión y las venideras (ya está casi confirmada una secuela de esta versión).
El resultado es interesante y quizás todo esto no esté solo provocado por el talento de los involucrados sino también por la vuelta de Carpenter a la producción ejecutiva de la saga, encargándose de controlar el producto final. “Halloween” (2018) es un producto cargado de fan service, un desenlace poderoso y una inversión de los roles de víctima/victimario bastante provocativa y atrapante. Una secuela digna de un clásico.