LA DIGNIDAD DEL CUCHILLO
Nosotros creamos nuestros propios demonios, dice Tony Stark al comienzo de Iron Man 3 (todavía una de las mejores películas del universo Marvel), mientras nos cuenta cómo sus acciones literalmente definen a quien será su siguiente enemigo mortal. Está hablando de la famosa dinámica Batman-Joker, ese matrimonio moral y demente que es unos de los vínculos más efectivos para utilizarlo en la trama de una película, tan efectivo que a Nolan le salió bien una de Batman gracias a él. La exploración de esta clase de vínculo es uno de los fundamentos de la nueva Halloween, porque en principio lo que le interesa a David Gordon Green es hurgar en la dinámica que se genera en torno estos dos polos unidos por aquella noche fatídica y los 40 años de resentimiento posteriores: Laurie Strode y Michael Myers.
Entonces, antes que nada, la nueva Halloween es una secuela directa del film de John Carpenter, que deja de lado las siete secuelas anteriores y las de Rob Zombie. Tranquilamente puede ser vista individualmente, porque contiene toda la información necesaria para poder entenderla; de todos modos, los que se interesan por esta película tienen una idea de quién es Michael Myers y de qué estamos hablando. En fin, pasaron 40 años, Myers fue capturado luego de la noche del asesinato de las niñeras y Laurie Strode vive atormentada por el trauma de esa noche, aislada de su familia, preparándose para un eventual enfrentamiento final con Michael. Por supuesto toda esta narrativa pasa sólo por la cabeza de Laurie, digo porque nunca sabemos qué le pasa a Michael por la cabeza. El resto del mundo le ha dado la espalda porque en definitiva ¿qué significa un asesinato múltiple a puñaladas para nuestro estándares?, como bien señala un personaje por ahí. La respuesta probablemente sea muy poco, un asesinato más a la larga e interminable lista de atrocidades a la que nos hemos acostumbrado.
Gordon Green entiende que lo anterior debe ser sólo el punto de partida, Michael deberá escapar e ir a buscar al Laurie sí, pero a partir de esto, el director construye su Halloween, con su mirada, con su voz. Engrosando el concepto y haciéndolo avanzar. Tiendo a pensar que Halloween no distingue su título del de la original, porque tiene la pretensión de querer ser la versión que represente a esta época. Así como Rob Zombie tuvo su versión durante la era dorada de las remakes de terror que fue la década pasada, David Gordon Green intenta lo mismo operación pero para esta década, y creo que lo logra.
Halloween es una película moderna en unos cuantos aspectos. En principio lo que intenta es resignificar el pasado, contrastar los hechos de 1978 con los nuevo discursos vigentes, y dar por cerradas algunas cuestiones, como por ejemplo la psicología de Michael, que queramos o no ya poco tiene para sumar a la historia (esta operación es comparable con lo que J.J. Abrams hizo con Star Wars). Y por otro lado en la película, de alguna manera, se plantea qué puede contar un subgénero tan desgastado como el slasher en 2018, y esa reflexión le funciona porque estamos ante un slasher moderno, que no creo que haga escuela como la original pero que sí se ve como de nuestro tiempo, con los límites de siempre pero aggiornado, diciendo cosas sobre cómo somos, cómo es el estado actual de las cosas, y sobre todo con respecto a cómo abordamos la violencia.
Me hubiera gustado que esta Halloween la dirigiera Carpenter, para poder seguir acumulando argumentos a favor de uno de los directores fundamentales de la historia del cine contemporáneo. Pero también creo que David Gordon Green no sólo hace méritos, sino que termina siendo el autor de uno de los derivados de Halloween que más se acercan a la calidad de la original. Porque aunque no nos detuvimos demasiado en la cuestión técnica, estamos sin duda ante la Halloween mejor filmada por lejos, que maneja la tensión como ninguna de sus antecesoras. Gracias a Gordon Green el cuchillo vuelve a tener dignidad y relevancia.