Los amantes de la comida chatarra (que no serán pocos) disfrutarán enormemente de este film. Los detractores de la misma, posiblemente, también, ya que sin ser un golpe al estilo Supersize Me, Hambre de Poder (The Founder) revela algunos aspectos oscuros del creador de McDonalds, Ray Croc.
El director John Lee Hancock -quien había dirigido la magistral Saving Mr. Banks (2013), contando la historia de Walt Disney y cómo llegó a su adaptación de Mary Poppins- esta vez trae a la pantalla grande la historia de cómo Ray A. Kroc se hizo con la marca de un pequeño restaurante de San Bernadino, California, y lo convirtió en la descomunal corporación que hoy todos conocemos.
Ray Kroc (Michael Keaton), es un vendedor de poco éxito que casi por azar se encuentra con un restaurante novedoso, con un método de cocina y atención revolucionarios. Este restaurante, McDonald's, es atendido por sus dueños Dick McDonald, personificado por el siempre genial Nick Offerman, y Mack McDonald (John Carroll Lynch), quienes han desarrollado lo que hoy llamamos Fast Food, inspirados en un puesto de salchichas durante la crisis del 29.
La película tiene un buen ritmo, buenas actuaciones y desde lo narrativo está indudablemente bien contada: no cae en escenas innecesarias ni tampoco deja partes de la historia que se propone contar con algún cabo suelto o misterio por omisión. Es, en resumen, una película en esencia fast food que, como el tema que toca, no será una maravilla pero deja un sabor amable y pasatista.