Memorias de un sobreviviente
Una de las primeras imágenes del opus tres de Martín Solá es la de un rostro en primer plano sobre un fondo negro. Es un rostro curtido, atravesado por mil arrugas que exteriorizan un pasado donde el sufrimiento era parte de la rutina. Hamdan Alí Mahmud Sefan -de él se trata- supo ser, a principios de los años ‘70, uno de los miembros más activos de la militancia palestina, hasta que un golpe fallido en 1973 terminaría constándole 15 años en una cárcel israelí.
Estrenado en el prestigioso festival suizo de Visions du Réel, visto aquí en el marco del DocBuenosAires, y parte de una trilogía a rodarse en lugares aquejados por la problemática de no ser reconocidos como países, Hamdan marca un quiebre en la filmografía de Solá alumbrando nuevos horizontes temáticos. El director abandona el mundo del trabajo de Caja cerrada y Mensajero para abordar una cuestión mucho más ambiciosa como el conflicto palestino-israelí a través de la mirada de uno de sus implicados directos. Implicado que, en este caso, es lo suficiente ambiguo como para imposibilitar la catalogación de víctima o victimario.
Sin embargo, lejos del didactismo o la bajada de línea, el director cede el protagonismo absoluto a Hamdan, dejándolo relatar en primera persona las situaciones previas a su encarcelación y los años entre rejas, al tiempo que la cámara se mueve por aquellos lugares habitados por las marcas del horror pasado, convirtiendo al film no sólo en una historia de supervivencia, sino también en un reflexión sobre la memoria y la violencia. Las conclusiones, en todo caso, dependerán de cada espectador.