Con el espíritu de las primeras
El personaje más carismático de la saga tiene su película, la que cuenta los sucesos que lo convirtieron en Han Solo o, mejor dicho, Harrison Ford. Después de un par de películas decepcionantes para los fanáticos de Star Wars, la producción convoco a uno de los guionistas originales Lawrence Kasdan (Star Wars: Episodio V - El Imperio Contraataca, Star Wars: Episodio VI - El Regreso del Jedi), quien escribe junto a su hijo Jon Kasdan la historia, mientras que la dirección cayó en el solvente Ron Howard. El resultado es un film de aventuras con dosis de humor sin pretensiones mayores que entretener.
El guion es quizás el punto con mayores dificultades de esta nueva entrega. El argumento parece una excusa para enlazar los hechos esperados por el público. Cuando conoce a Chewbacca, a su amigo y contrincante Lando, a su nave espacial. No hay un hilo conductor claro, simplemente las escenas de acción se suceden unas a otras con el fin de pasar por los sucesos esperados que formaron la personalidad del contrabandista espacial antes de conocer a Luke y Obi-Wan en la cantina de Mos Eisley.
Tal vez la pregunta que debemos hacernos es porque es uno de los personajes más entrañables de la saga. Han Solo es el antihéroe rebelde, el insolente, el mercenario, el que sabe manejarse en ese mundo injusto y cruel para sacar su tajada, el que goza de los beneficios obtenidos, el que corre siempre desde un paso atrás sus objetivos sea la chica o el motín. Porque es el personaje de mayor ambigüedad, rico en matices porque sufre, porque ama a la chica no correspondida, porque lo traicionan sus amigos. Solo genera empatía con el espectador casi al instante.
Alden Ehrenreich interpreta con eficacia a Solo, haciendo una copia buscada del emblemático Harrison Ford, una de las pocas e inolvidables estrellas de Star Wars. Al joven actor le dibujan una cicatriz en su mentón para imitarlo, y copia sobre el final de cada escena su mueca distintiva. Lo acompañan muy bien el siempre efectivo Woody Harrelson como su mentor, que en su star system tiene características similares a Solo, el inseparable Chewbacca, un joven Lando (Donald Glover) también a imagen y semejanza del original Billy Dee Williams, mientras que la chica de turno es Emilia Clarke y el desdibujado villano Paul Bettany, otro de los puntos flojos del film.
Han Solo: Una Historia de Star Wars (Solo: A Star Wars Story, 2018) sigue el espíritu de la saga de finales de setenta, con aventuras intergalácticas y guiños al espectador. Por momentos se parece más a Los cazadores del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981) de la que Lawrence Kasdan es uno de los guionistas también, que a las nuevas ediciones bajo la distribución de Disney. Y es positivo, porque la película logra distanciarse de los intentos fallidos por transitar la oscuridad de la saga y regresa con un producto que no puede fallar en su empatía con el público.