“Hanna”: una asesina mezcla de Nikita y Kaspar Hauser
Esta es una película que no acepta términos medios. Es algo para amar u odiar, e incluso puede provocar las dos cosas al mismo tiempo. Lo seguro es que «Hanna» es toda una experiencia, con las caracteristicas de una cult-movie, empezando por la antológica banda sonora de los Chemical Brothers, que realza el carácter psicodélico de las imágenes de este oscuro cuento de hadas utraviolento.
Con una aproximación más convencional, éste podría haber sido un sólido thriller de conspiraciones, espías y paranoia, un poco al estilo de «El largo beso del adiós» de Renny Harlin, pero para bien o para mal, el director Joe Wright tenía en mente algo más alternativo. «Hanna» es una ensalada rara, especie de cruza entre «El enigma de Kaspar Hauser» de Herzog, «El niño salvaje» de Truffaut y «Nikita» de Luc Bessonn -del que tambien toma prestado bastante del snobismo fashion y ochentista de «Subway»-. Todo esto con un despliegue visual totalmente desaforado que parece querer continuar los delirios formales de «auteurs» como Ken Russell o Nicolas Roeg, claro que en plan siglo XXI.
En una actuación memorable, Saoirse Ronan encarna a la chica del título, una adolescente que ha pasado toda su vida en un bosque cerca del Circulo Ártico entrenada por su padre (Eric Bana), ex agente de la CIA, para matar todo lo que se mueva. Y especialmente a su ex jefa, la despiadada Cate Blanchett (villana minuciosamente exagerada). La pobre chica sale del bosque, donde nunca escuchó musica ni vio televisión, ni a chicos de su edad, para perseguir y ser perseguida por asesinos implacables en Marruecos y media Europa, experimentando de paso sus primeras relaciones con todo tipo de personas comunes, incluyendo su primera cita romántica con un galán español y un pijama party lésbico con la hija de unos hippies que le dan asilo en su casa rodante,incapaces de sospechar los peligros que implica la presencia de esta ninja teenager.
Partiendo de la base que este film es cualquier cosa menos realista, y que en algún punto está sobreproducido y que tiene más vuelo estético que sustancia o coherencia narrativa, «Hanna» ofrece un verdadero bombardeo de imágenes alucinantes, y secuencias totalmente dementes filmadas de manera formidable, con un trabajo de fotografia increibemente creativo a cargo del aleman Alvin H. Klucher, que por momentos parece ser el verdadero autor de este delirio.