La enemiga del pueblo
Hannah Arendt fue una de las más importantes personalidades de la filosofía del siglo XX. Sus reflexiones acerca de los crímenes del nazismo son hasta la fecha motivo de discusión. Su presencia como corresponsal de The New Yorker, en el juicio a Adolf Eichmann realizado en Israel, luego de que este fuera capturado por el Mossad en Argentina, la llevo a acuñar la famosa expresión "La banalidad del mal". Intelectual valiente, no buscó nunca el camino sencillo ni demagógico, lo que le valió tanto elogios como ataques.
La película se toma el trabajo minucioso de reconstruir aquellos años, incluso combinar las imágenes realizadas para el film con material auténtico del juicio a Eichmann. Posiblemente en esta combinación se hallen algunos de los mejores momentos estéticos del film. En la repetición explícita de algunos conflictos, por otro lado, está lo menos logrado. Pero con virtudes y defectos es justo decir que el tema es tan apasionante y estimulante, y está llevado con tanta fuerza, que es imposible no sentirse interesado de una punta a otra del film.
La película está escrita y dirigida por una verdadera leyenda del cine alemán, Margarethe von Trotta, directora de clásicos del cine político de su país como Las hermanas alemanas (1981) y Rosa Luxeburgo (1986). Una vez más, se mete con la historia y otra vez cuenta con su actriz favorita, Barbara Sukowa para interpretar a Hannah.
Sukowa tiene experiencia en interpretar personas brillantes, apasionadas, polémicas. Su rostro le da a Arendt una potencia que la película necesitaba. Hacia el final, frente a una clase, su discurso muestra la brillantez del personaje y el talento de la actriz. El debate no se cierra nunca, la discusión permanece, incluso la propia Arendt vivió cuestionando y pensando sus ideas hasta el final de su vida y la película es fiel a ese espíritu de constante revisionismo.