Hansel & Gretel, Cazadores de Brujas es el debut hollywoodense de Tommy Wirkola, el director responsable de Dead Snow - esa comedia con zombies nazis perdidos en Noruega -, lo cual debería haber sido una garantía de espectáculo demente, bizarro y entretenido. El problema es que el filme nunca termina por funcionar como corresponde, y todo se ve superficial y hueco. Ciertamente con un título tan disparatado como éste uno no espera que se trate de Hamlet, pero al menos podría haber sido un delirio de ésos que solía rodar Sam Raimi en sus comienzos de su carrera.
Ciertamente las intenciones de Wirkola de imitar a Raimi están; los personajes son bizarros y hay abundantes masacres - las cuales rebosan de sangre y tripas -, pero lo que se ha perdido en el camino es la gracia. En si, Hansel & Gretel, Cazadores de Brujas se siente como una versión moderada de Van Helsing - aquel excesivo festival de efectos especiales dirigido por Stephen Sommers - , con tipos fanfarroneando, usando armas anacrónicas y matando demonios mientras mantienen la pose. Mientras que toda esta gente aparentemente vive en la Edad Media, por otra parte usa escopetas, ametralladoras Gatling, gramófonos y hasta una primitiva versión de taser - esa pistola que dispara una carga electrificada de tan alto voltaje que te voltea -, artilugios que son propios de los siglos XIX o XX. Ciertamente uno no va a buscarle el pelo al huevo - al final de cuentas, éste es un mundo de fantasía y el director / guionista puede crear lo que se le ocurra -, pero hay momentos en que uno siente que Wirkola parece haberse inspirado más en Los Picapiedras que en Van Helsing. Una de las características de Los Picapiedras era la de mostrar aparatos, costumbres y otros elementos de la vida cotidiana moderna, recreados en versiones antediluvianas - como el troncomóvil, las brontohamburguesas, o el diario hecho en piedra que Pedro Picapiedra recibía en su casa todos los días -. Acá - por ejemplo - tenemos a un fan / acosador de la pareja protagonista, el cual ha armado un album de recortes de periódico (que en la Edad Media no existían!) con los reportes sobre sus andanzas. O tenemos a Jeremy Renner dándose inyecciones de insulina, ya que se ha empachado con tanto azúcar de las casas de las brujas que ha matado que ha terminado por volverse diabético. El problema es que ninguno de estos toques de color despierta la sonrisa que debiera en la audiencia, y sólo sirve para mostrar las limitaciones del director a la hora de vendernos la propuesta.
Los protagonistas tampoco se ven muy convincentes. Todavía estoy buscando un rol en donde Jeremy Renner muestre dureza, y éste definitivamente no lo es. Por otra parte Gemma Arterton será la mujer con quien todos nos queremos casar (o realizar actos más impuros y menos legales!), pero sigue permaneciendo en su eterno rol de despistada / altiva / torpe / simpática con el que hizo pie en el cine en Quantum of Solace. Ninguno de ellos parece poner demasiado empeño en tomarse en serio el asunto, y las frases de remate - onda Schwarzenegger - terminan resultando demasiado blandas en sus labios. Por contra, los únicos que se relamen con sus roles son Famke Jansen y Peter Stormare, lo cual compensa la desabrida puesta en escena.
Hansel & Gretel, Cazadores de Brujas es un filme que podría haber funcionado mucho mejor con otro director - ¿Timur Bekmambetov? - que con el blando Tommy Wirkola. En los últimos 10 minutos las cosas toman otro cariz - cuando los héroes se meten de lleno a arrasar un aquelarre compuesto por demonios de todo tipo y color que parecen salidos de Razas de Noche -, pero ya es tarde. La historia es hueca y superficial, y la dirección es blanda y poco inspirada. Ok, se deja ver, pero definitivamente no entusiasma a nadie como para una segunda visión de la película y, si los rumores de los ejecutivos del estudio resultan ciertos - y hay una secuela -, la continuación debería caer en manos de gente con un poco más de nervio para manejar las cámaras.