Parece que se acabaron los héroes de historieta, pero la gente igual va al cine, así que hay que inventar otra cosa. La maquinaria no para nunca en estos tiempos modernos, con perdón de Chaplin.
Ahora llegó la moda de adaptar clásicos cuentos de hadas, esos que nos contaban cuando nos íbamos a dormir. Ya pasaron “La chica de la capa roja” (2011) y “Blancanieves y el cazador” (2012). Vienen varias más. Ahora es el turno de dos chicos alemanes: Hansel y Gretel.
No crea ni por ventura que verá una versión romántica en la adaptación del relato de los hermanos Grimm. No, nada de eso.
Eso dura exactamente once minutos. Una introducción rápida para que nadie se quede afuera. No hay tiempo ni siquiera para las migas de pan. Nada.
Acá lo que importa es lo sucedido 20 años después de que los chiquitos achicharraran a la bruja en la cabaña hecha de caramelo.
Sepa que se volvieron mercenarios a sueldo de cualquier comarca dispuesta a “garpar” para eliminar a las brujas de turno, que por lo visto abundaban en la época en la que se sitúa la historia.
Es más, yo ya la ví y no pienso volver a hacerlo, pero estoy seguro que si usted lee estas líneas, luego va al cine y se molesta en hacer la cuenta, con extras y todo, le va a dar una bruja cada 3 habitantes, más o menos.
Pero esto no es relevante. A esta altura creo que se trata de entender el código de los guionistas de este tipo de producciones. Gente con el suficiente tiempo libre como para ponerse a pensar qué hubiera pasado después del final “y vivieron felices para siempre”. La cantidad de ceros en el cheque puede ser la gran diferencia entre lo pretencioso y mediocre versus cierta inventiva combinando acción con humor.
Salvando algunos detalles, ese es el caso de “Hansel y Gretel: cazadores de brujas”.
La mejor fórmula para matar una bruja es quemándola. Sabiendo esto, Muriel (Famke Janssen) encuentra una receta efectiva para lograr la invulnerabilidad al fuego. Depende de cierto ritual involucrando niños y algo con la luna en una noche determinada. Hansel (Jeremy Renner) y Gretel (Gemma Aterton) serán los encargados de impedirlo. Cada uno con sus problemas. Ella sigue siendo virgen, y él (irónicamente) es diabético. Son los mayores guiños humorísticos de una aventura plagada de balas, cachos de persona volando hacia los anteojos 3D, mucha acción y poca sorpresa, aunque uno se pregunta por qué habría de esperar eso si ya de por sí todo el verosímil se rompe desde el póster.
En todo caso sería mejor preguntar por qué se confía la dirección a novatos en lugar de ir a fondo con gente que bien podría ofrecer un toque distinto a lo previsible, como Sam Raimi por ejemplo. La pregunta queda descartada de plano con otra. ¿Por qué Sam Raimi haría esto?
Aún ante el pavor de pensar en una secuela, vuelvo al principio de este comentario. Si se entra en el código de estas adaptaciones, esta realización se instala como lo mejor hecho hasta ahora, que no es gran cosa, por cierto.